"Los países avanzados no hacen sino

poner delante de los menos desarrollados

el espejo de su propio porvenir". Jordi Palafox (Febrero, 2017)

Lo que más temen los empresarios es la competencia. Esta es la conclusión del historiador Jordi Palafox al presentar su libro Cuatro vientos en contra, en clave española. ¿En qué medida los bancos y las grandes empresas energéticas son de naturaleza privada, cuando su caldo de cultivo es público? ¿Las entidades financieras en España, próximas al oligopolio, son algo más que ventanillas del ministerio de Hacienda? En palabras de Palafox, el proceso «de la quimera a la pesadilla» es la descripción de una gestión descabellada del PP durante veinte años en el País Valenciano. Dos acontecimientos conmueven la actualidad económica y política. El rapapolvo del Tribunal Constitucional al gobierno de Mariano Rajoy y al ministro Cristóbal Montoro, al declarar ilegal la amnistía fiscal decretada en 2012. En segundo lugar, la última trapisonda de la crisis bancaria en España que ha llevado al Banco Popular -¿cuál será el próximo?-a su extinción y entrega al Banco Santander por un euro.

Un todo. El profesor Palafox ha afirmado que la reindustrialización del País Valenciano es imposible mientras lo que busquen los empresarios sean subsidios y no proyectos. El ensayo es una visión globalizada acerca del porvenir económico de España, donde, según el autor, «hay un nacionalismo de nuevo cuño con claras connotaciones populistas». Ante un auditorio inusual en el Club Jaume I y con marcada sensibilidad crítica, expuso sus tesis acerca de los vientos que amenazan la economía mundial, la europea, la española y la valenciana, como parte de un todo complicado en su deslinde. Palafox no quiere ser pesimista, pero sí consciente de las dificultades en los enfoques parciales, plurinacionales y globales. No somos lo mismo pero la dolencia se contagia.

Pozo político. La tensión, cada vez más turbadora, de la disidencia catalana frente al nacionalismo español, pone contra las cuerdas al Reino de España que es miembro de pleno derecho de la Unión Europea, tal como es: con Catalunya y la plurinacionalidad española incluidas. Portugal, invisible, al fondo. Jordi Palafox pasa de puntillas por este vidrioso tema, sin ignorar las disfunciones políticas que afectan al devenir económico. No es aséptica la celebración de la moción de censura al presidente del Gobierno ni su comparecencia ineludible el día 26 de julio ante la Audiencia Nacional, en calidad de testigo, por la corrupción en su partido. Cinco de sus seis tesoreros imputados entre más de 200 casos de malversación. El denominador común de ambas heridas en carne viva afecta al presidente del Partido Popular. Es el cerco que asedia la corrupción y convierte en irrespirable la atmósfera política.

La historia soslayada. Al historiador y catedrático Jordi Palafox me une una antigua amistad, forjada en múltiples batallas y proyectos editoriales en los que he disfrutado de su colaboración y comprensión. En cuyo desarrollo siempre he aprendido. La consideración mutua se ha prolongado en su respetada permeabilidad docente con nuestros hijos. Como le gusta decir a Jordi, «la historia no llora ni se queja». Bien sabe que es una disciplina universitaria generosa que exige rigor, desapego, cosmología y la consideración social que se le ha negado. En virtud del positivismo que lleva a anteponer lo que se toca y se mide sobre las ideas y las conclusiones científicamente razonadas. Ahora que está de moda el sector terciario, conviene recordar que la enseñanza y el raciocinio son servicios con los que se refuerza el conocimiento. Con los que se asegura el devenir de un pueblo y del mundo globalizado que nos influye.

Sin perdón. Si miramos hacia dentro, la incongruencia tributaria e inmoral del ministro Montoro adquiere mayor gravedad para los valencianos. Muchos años de infrafinanciación y de déficits en inversiones del Estado lastran al País Valenciano. El asedio secular ha convivido con la amnistía fiscal -saldada al 3%- más salvaje en la historia de España y sitúa a los contribuyentes valencianos en posición de flagrante inferioridad. Imperdonable agravio comparativo que perjudica, sin remedio, el porvenir de las nuevas generaciones. Los valencianos no olvidan ni exoneran esta afrenta. No cabe el perdón. Abominan de un ministro cínico e indecente, miembro solidario del Gobierno de España que preside Mariano Rajoy. Si España -a izquierda y derecha- pretende que los valencianos se sientan parte de ella, tendrá que vigilar y depurar las actuaciones de gobiernos y ministros que no merecen ejercer responsabilidades públicas de Estado. Mientras tanto, tienen el derecho inalienable a ser beligerantes con comportamientos sectarios, deshonestos y lesivos para la mayoría. Los marginados sólo se sentirán parte del todo cuando los gobernantes ejerzan sus funciones en equidad para todos los ciudadanos.