Queda claro tras los incendios de estos días en Galicia, Portugal, Asturias y León que no hay causa atmosférica detrás de estos atentados ecológicos. Con anticiclón presidiendo la situación atmosférica es muy raro, prácticamente imposible, que se formen rayos que puedan iniciar un incendio forestal. Que se desarrollen, además, varios focos, decenas a la vez, por un único rayo que hubiera podido caer, es ya inverosímil. Así pues, verde y con asas, asunto de código penal. Delito ecológico. Ni el paso del huracán «Ophelia» y sus vientos intensos, justifica la gravedad de la situación alcanzada. Porque fue algo momentáneo. Sí hay, sin embargo, un dato que ayuda a entender la magnitud de la superficie quemada: en Galicia hay demasiado eucalipto. No lo digo yo. Lo señaló en 1992 en Plan Forestal de Galicia que, para mejorar la biodiversidad forestal de esta comunidad autónoma, fijó como objetivo la cifra de 245.000 hectáreas ocupadas por dicha especie en 2032. Pues bien, en 2017 la superficie cubierta por eucalipto, con sus dos variedades principales, rebasa las 425.000 hectáreas, lo que supone el 30 % de la superficie forestal de Galicia. El mayor impulso de las repoblaciones con esta especie productiva ha tenido lugar durante la primera década del presente siglo. Mientras en unas zonas de España «plantábamos» casas en nuestro litoral, en Galicia los montes se llenaban de con eucalipto. Esto supone un problema que ni la nueva Ley Forestal de Galicia de 2012 está pudiendo atajar, con su prohibición de realizar nuevas plantaciones de eucaliptos en terrenos agrícolas. El eucalipto consume muchos nutrientes y acidifica el suelo reduciendo la diversidad del sotobosque. En Galicia hace falta más extensión de roble y castaño y menos de pino y de eucalipto. Es un reto que tienen los montes de esta región para las próximas décadas. Mientras tanto, seguirán los incendios. Esperemos que cada vez con menor impunidad para los incendiarios.