Uno de los elementos esenciales para la Vida Buena urbana es la presencia suficiente y extensa de vegetación. Los humanos urbanitas necesitamos sentirnos rodeados de otros tipos de vida que configuran una ciudad biodiversa: árboles, jardines, corredores verdes y toda su fauna asociada, que nos permiten sentirnos como parte de una comunidad biótica en equilibrio, tantas veces arrinconada por el exceso de materia inerte: asfalto, cemento y coches.

Cabe decir que, en general, va aumentando el interés por reverdecer nuestras ciudades, a la vez que se peatonalizan. En Valencia, el Jardín del Turia y el actual proyecto del Parque Central son dos buenos ejemplos. Sin embargo, además de las grandes zonas ajardinadas, es muy importante el fomento de la vegetación diseminada, los pequeños jardines de plazoleta de barrio, los acotados en chaflanes grandes y, finalmente, los imprescindibles árboles que pueblan nuestras calles. Ésta es la vegetación con la que más cotidianamente convivimos, la que vemos al asomarnos al balcón, al ir al mercado o descansar en la terraza de un café.

Pero los árboles de nuestras calles no están bien cuidados o, al menos, se establece una jerarquía de cuidados que no se corresponde precisamente con un consistorio de izquierdas: las palmeras de Reino de Valencia, la Gran Vía o Blasco Ibañez -es decir, las "zonas nobles"- se cuidan bastante bien, pero los árboles de calles más periféricas, o de barrios como Russafa están en ocasiones en un estado lamentable. Nunca he visto que se poden adecuadamente, y fruto de la falta de mantenimiento muchos permanecen medio secos o agostados en sus alcorques. También en grandes avenidas de la zona de Tarongers, e incluso en la Alameda o la Avenida de Francia encontramos árboles en estado penoso, que ofrecen una imagen de abandono de la vegetación urbana.

Por otra parte, a los que consideramos los árboles no como objetos decorativos, sino como especies vivas dignas de respeto y cuidado, esa dejadez nos resulta especialmente penosa, e impropia de un Ayuntamiento que se autopresenta como medioambientalmente sensible y que, en efecto, en otros temas así lo demuestra. Pero no en éste. No tiene sentido plantar árboles si luego no se van a cuidar. Es fundamental dotar de medios al servicio de Parques y Jardines para que se realice el adecuado mantenimiento de la vegetación urbana, lo cual implica el cuidado del suelo, poda y supervisión del riego, algo especialmente importante en los tiempos de sequía que cada vez serán más frecuentes. Solo así, desde un cuidado extenso, sin jerarquías, podremos tener una ciudad amable, donde la vida vegetal, animal y humana se consideren desde la importancia que realmente tienen.