El ministro De la Serna afirmó en Valencia el martes que el Acceso Norte es de «gran interés» y que «se tendrá que ver cómo hacerlo porque mejoraría mucho la competitividad del Puerto». Falta, según sus palabras, conocer bien qué opinan los gobiernos locales y autonómicos. Andan esos gobiernos, al menos el local, un poco confusos y, además, pareciera que intentando confundir, no ya negando el proyecto sino atacándolo con afirmaciones falsas. Llegado este punto, parece que en este caso los defensores de los intereses de Valencia no ejercen como tales, sino como freno a su justo progreso. Vuelve esta santa tierra a tener en Valencia, más que en Madrid, el freno a su futuro y su progreso.

Si el empresariado logístico consiguiera unirse en defender en serio el Acceso Norte, como ya ha hecho el empresariado en general en otros temas como el tren de Alta Velocidad o el Corredor Mediterráneo, volveríamos a tener posibilidades de que, con un Ministerio que al menos teóricamente no ve mal el proyecto, se pudiera llegar a concretar a medio plazo. Valencia debería apostar por el pragmatismo apolítico necesario y defender el beneficio para la ciudad y sus empresas. El Acceso Norte supone la disminución de la contaminación, la liberalización parcial de las vías de acceso, el aumento de la competitividad para las empresas valencianas y la garantía de futuro a medio plazo para el Puerto de Valencia y la próxima puesta en marcha de su Ampliación Norte. Frente a esto, el alcalde Ribó se ha ubicado en la lista de políticos que pasarán a la historia de los despropósitos con sus afirmaciones contra las infraestructuras portuarias valencianas. Los hay de todos los colores, desde el poder y desde la oposición. Generalmente lo que han conseguido ha sido retrasar las infraestructuras y el progreso, pero no detenerlas, porque su lógica, el retorno de la inversión y el bien para la sociedad en general ha acabado imponiéndose, muy tarde, pero imponiéndose.

Parece que ha llegado el tiempo de que la sociedad y los empresarios valencianos vuelvan a remangarse contra los que se supone que les defienden. La unidad de fuerzas y esfuerzos vuelve a ser la única vía para saltar las piedras que se vuelven a poner en el camino del progreso de la logística valenciana. Saltarlas o apartarlas, no dejan otra. Lo dicho, toca remangarse o lamentar. Inaugurar la Ampliación Norte sin acceso es sinónimo de colapso. Tener operativo el acceso es igual al desarrollo sostenible en el medio plazo del Puerto de Valencia y la garantía de futuro de los puertos de Sagunto y Castellón, el allanamiento para la llegada de nuevos grandes inversores y el aprovechamiento del cada vez más valioso suelo logístico de Sagunto.

Ya tenemos muy claro que quienes hemos elegido para que defiendan los intereses logísticos de Valencia desde Valencia parecen no entender toda la importancia de la logística valenciana. No queda otra que volver a tomar las riendas de la reivindicación. Y habrá que hacerla como hay que hacerla, como se está empezando a aprender a hacerla: desde la unidad total, en los foros adecuados y, sobre todo, con la persistencia cansina de una gota china. O eso o lo de siempre: lamentar lo que pudo haber sido y no fue. Cada día que pasa el Acceso Norte es más caro y más imprescindible. Renunciar a él porque lo diga el político desinformado o desinformador de turno, no es una opción.