«Si dellà la paraula teniu encara un mot per dir, pur com la brisa matinera, clar com l´estel del alba, fort com el vi de les terres costeres, net i novell com la sentor de les gleves girades, no proveu pas de dir-lo: us escurçaran la llengua». J. V. Foix (Darrer comunicat, 1935)

el nieto de Eugeni D´Ors, Pablo -asesor del papa Francisco- autor de la Biografía del silencio, dice que «la tierra prometida eres tú» y que el silencio, además de la antítesis del ruido es el complemento de la palabra. El silencio es fundamental en Israel, enclave sagrado para muchas creencias y congregaciones. Tierra dividida por excelencia, en nombre de los designios del creador, donde los pobladores recelan unos de otros. Impacta que la religión cristiana ha dejado espacio a las facciones enfrentadas. Un discreto segundo plano ante israelíes dominantes y musulmanes airados. No es cierto, a pesar de la propaganda imperante, que la atmósfera resulte irrespirable. La observación en directo del centro del mundo, hoy por hoy, sigue siendo recomendable, como experiencia de una encrucijada que nos concierne a todos. Jerusalén, crisol de creencias comprobable en el Santo Sepulcro -amenazado por destrucciones y terremotos- regentado por seis versiones cristianas (armenios, griegos, coptos, católicos romanos, etíopes y sirios), el Muro de las Lamentaciones judío y encima la explanada de las mezquitas. Presidida por la monumental de la Roca y la simbólica del Axa.

? Tensión. El silencio define Jerusalén y en Israel predomina el control real, verbal y tecnológico, ejercido por agentes de seguridad de juventud y solvencia sorprendentes. Se convive con las armas automáticas. Desde Jordania, el paso fronterizo de River Border Terminal al norte del Jordán, cerca de Beth Sean, previene de un país en tensión conflictiva, para ellos casi normal. Control biométrico digital en el que el significado del silencio se hace patente entre preguntas que se aproximan al interrogatorio. Belén, que junto a la Basílica de la Natividad y al pesebre con barca maltesa, edificado frente a ella, exhibe un muro de separación -sobrecogedor como el derribado en Berlín en 1989- entre Palestina e Israel. Plagado de grafitis, en los que predomina la creatividad del conocido pacifista local Banksy. Destaca su paloma de la paz protegida por chaleco antibalas. Faltaba Trump con su inconveniencia y los eslóganes en las camisetas de la zona judía ultraortodoxa, donde se tranquiliza a EE UU con un caza de combate porque Israel les apoya. La versión televisiva del conflicto que se ofrece a los españoles es propagandística y contraproducente para un país que sufre por superar hacia fuera su tensión poliédrica y existencial. Más verdad y menos información sesgada sobre una realidad apasionante. Fake news -nueva expresión para una vieja costumbre- de Estado que descubren la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría e Isabel Bonig cuando les conviene. ¿Y sus noticias falseadas?

? Expresión. Los poetas y los periodistas tienen un instrumento común: la palabra. Y la palabra es lo último que pierde el ser humano antes de incomunicarse. Hay un debate candente sobre el papel del periodista en el mundo moderno. Sobrepasada la oleada del pensamiento único, fuente de la ortodoxia ideológica, los ciudadanos afrontan una cuestión pendiente. El mundo de la información sigue siendo desconocido y peor interpretado. Desde primeros de siglo XX, el periodismo bien entendido sufre un notable deterioro en su capacidad de ejercer con independencia y ecuanimidad. El periodismo libre es difícilmente practicable. Proliferan y crecen las presiones a la libertad de expresión. Los que mandan, el poder del dinero, las presiones mediáticas y los miedos se imponen sin tapujos.

? Dirigismo. Sin periodismo libre no hay democracia, porque el poder tiende a controlar en términos electorales o de influencia. En este proceso manipulador, el poder político, los lobis económicos y financieros, así como los resortes eclesiásticos -que siguen activos- se distinguen por su torpeza a la hora de enfocar esta causa con inteligencia. Hay más de una recopilación de insidias y vituperios -una infumable, Contra periodistas, de Màrius Carol-, para denostar la profesión periodística por personajes que desconocen y denigran la misión del profesional de la información. El factor comunicacional y la praxis ética son primeros y fundamentales escalones en la clasificación periodística. No es tan importante saber escribir como la capacidad de conectar con la audiencia.

? Claridad. La primera estratagema es desgajar la opinión de la información periodística. Quien sabe de periodismo ha de tener presente que no se escribe para sí mismo, sino para «nuestro querido lector». Que el periodista no ha de autocensurarse, ni perder la objetividad en perjuicio del derecho del lector a ser informado con garantía de pluralidad, equidistancia y calidad. En el proceso de concentración y adoctrinamiento, las primeras en resultar perjudicadas son las empresas editoras y después los lectores. Con razón Gabriel Celaya concluyó que lo demás es silencio.