Hasta esta legislatura, las partidas del juego político se jugaban con el tablero clásico a dos bandas. Esto es por el PSOE y el PP (y antes con la UCD). Ahora, sin embargo, el Congreso de los Diputados es un tablero a cinco bandas que ocupan los cuatro grandes partidos -PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos-así como un conjunto de formaciones de varias ideologías que se apretujan en la quinta banda que solo puede jugar para apoyar a alguno de los otros jugadores. Hasta la fecha, las partidas de este juego han sido incruentas, nada sustancial se ha dilucidado en la actual legislatura y ni siquiera los distintos jugadores han ocupado sus bandas. La sentencia en el caso Gürtel, dictada por la Audiencia Nacional el 24 de mayo de 2018 ha provocado que todos los jugadores ocupen sus sitios y comiencen a jugar. Veamos las jugadas de cada uno de ellos.

El Gobierno/Partido Popular tiene 134 diputados, es una minoría insuficiente para mantenerse en el poder sin el apoyo de otros partidos políticos, de manera que el único argumento serio que está presentando es el de que apearlos del gobierno generaría inestabilidad, dificultaría el cumplimiento de los compromisos europeos y dejaría sin resolver la crisis catalana. No son argumentos despreciables, pero son insuficientes porque Pedro Sánchez, Albert Rivera u otro presidente y gobierno de izquierda moderada o de centro practicaría la misma política probablemente con igual o mayor eficacia que el PP. La pretensión de monopolizar el sentido de Estado carece de fundamento, pues PSOE y Ciudadanos son partidos constitucionalistas y europeístas.

El PSOE dispone de 84 diputados y se ha adelantado a todos los demás jugadores presentando una moción de censura, con lo que ha suspendido la facultad que el presidente del Gobierno tiene de disolver las cámaras. Un movimiento de gran habilidad. Pero para conseguir que la moción constructiva culmine con la investidura de Sánchez es necesario que le apoyen juntos Ciudadanos y Podemos, lo que resulta poco probable, o bien que le apoyen Podemos con el resto de partidos políticos independentistas y nacionalistas. Si la primera jugada no resulta creíble, la segunda conmovería los cimientos del PSOE, el tablero sufriría un terremoto que descolocaría todas las piezas. La presentación del secretario general del PSOE como salvador de la patria no deja de ser un gesto populista, incluso caudillista, que en sí mismo encierra grandes peligros. No es posible que un partido con 84 diputados pretenda que el resto de partidos políticos le entreguen el poder para realizar su programa.

Ciudadanos ha hecho un movimiento doble, dirigido al Gobierno y al PSOE. Al Gobierno le conmina para que convoque elecciones generales en unas pocas semanas, cuando se aprueben definitivamente los presupuestos y se pongan de acuerdo los partidos constitucionalistas en reeditar la vigencia del artículo 155 de la Constitución en algunas materias. Pero a Mariano Rajoy le ha echado una mano el PSOE, neutralizando este movimiento, al presentar la moción de censura que le impide de momento disolver las Cortes. Además, le da el ultimátum a Rajoy de que si no disuelve las Cortes en breve presentará una moción de censura. Pero Ciudadanos, con 32 diputados, no puede ni siquiera presentar la moción de censura pues de acuerdo son necesarios 35 diputados, para lo que necesita el apoyo de otros 3 diputados. ¿De dónde los conseguirá? ¿Del PSOE, de Podemos, del PdeCat, de Esquerra Republicana, de Bildu, o de los otros partidos que votan sistemáticamente con el PSOE o con el PP? Parece poco probable que Ciudadanos, con sus propios medios, pueda conseguir que se tramite una moción de censura. Y en el caso de que consiguiera los tres diputados necesarios, para completar la cifra de 176 diputados necesarios para que la moción de censura triunfara tendría que contar con el PSOE y con otros 60 diputados que difícilmente obtendría de Podemos o de los demás partidos. Lo único que Ciudadanos puede conseguir con su doble jugada es arrojar al PSOE, si se deja, en brazos de Podemos y de quienes juegan en la quinta banda, los partidos independentistas (ERC, PdeCat, PNV, Bildu). De manera que la doble jugada de Ciudadanos está abocada al fracaso.

Podemos presentó una moción de censura en esta legislatura que lejos de prestigiar a Pablo Iglesias supuso el principio de la decadencia de dicho partido. Por eso ahora, aparentemente, apoya la moción de censura del PSOE sin contrapartidas. Pero pensar que Iglesias va a dar su apoyo a Sánchez sin obtener réditos es pura ficción. Y lo mismo puede decirse del resto de partidos que se agolpan en la quinta banda. Sin duda, los independentistas pondrán condiciones y solo apoyarán a Sánchez si éste accede a sus pretensiones, de manera que el socialista se metería en un callejón sin salida. No debe olvidarse que el PP tiene mayoría absoluta en el Senado, de manera que la activación del artículo 155 de la Constitución seguiría siendo controlada por el PP.

¿Puede salir el Gobierno indemne de la gran partida que ha comenzado a jugarse? La paradoja es que podría salir con una derrota victoriosa. Los demás jugadores, que parecería que debieran asociarse para apartar al PP del Gobierno, finalmente pueden enfrentarse entre ellos y destruirse o perjudicarse gravemente. Si Pedro Sánchez es derrotado en su moción de censura, la distancia entre su partido y Ciudadanos se ensanchará y agravará. Ciudadanos es probable que sea desbordado por los acontecimientos, pues sus propuestas no son viables, de manera que cambie su suerte. Podemos, al haberse quedado al margen de los jugadores principales, podría conseguir que se olviden sus problemas internos saliendo reforzado de la partida. Y el Gobierno quedaría tocado pero no hundido. Probablemente se prolongaría su agonía incrementada por nuevos casos de corrupción, porque es difícil que el PSOE y Ciudadanos vayan a seguir prestándole apoyos incluso en asuntos de rango estatal.

Cuando una partida se plantea de manera equivocada suele perderse. Porque la partida, que debería ser el todos contra el PP con el fin de recuperar la dignidad de la política, puede convertirse en todos contra todos minando todavía más el crédito de los políticos. ¿Cabe alguna posibilidad de replantear la partida? Creemos que sí. El PSOE y Ciudadanos deberían acordar desistir de sus planteamientos y formular una alternativa conjunta. Y como parece imposible conseguir que Rajoy disuelva las Cortes, lo lógico es que ambos partidos presenten una moción de censura conjunta, que probablemente sería apoyada por Podemos, con lo que se obtendrían los votos necesarios para que tuviera éxito. Si lo que se pretende es poner fin al gobierno de Rajoy, dada la descomposición y decadencia de su proyecto, el presidente debería ser un independiente que tuviese como misión convocar elecciones generales de manera inmediata y la gestión ordinaria del Estado hasta el nuevo gobierno que salga de las urnas, pues los españoles son los que deben con su voto decidir cómo afrontar los grandes retos que requieren un gobierno más legitimado que el actual.

Pero esta propuesta, que ya ha lanzado Ciudadanos, no es fácil que la apoye el PSOE, ya que está en horas bajas, demoscópicamente hablando.