«Els dèspotes li esgotaren la paciència,/els valents carregaren amb les penes,/els impacients de sang faltaren a un sagrat manament». Matilde Llòria (València,1965)

Las sociedades avanzadas se distinguen de las arcaicas en su sistema de organización. Unas cuentan con entidades transversales y participativas, mientras las segundas se rigen por sistemas piramidales, donde las cúpulas en los procesos de decisión van de arriba abajo. Uno manda y todos obedecen. Democracia frente a autoritarismo. El País Valenciano vive un cataclismo social con serias consecuencias. Habrá de decidir qué quiere ser en adelante. La Transición en España no fue idílica y pacífica como algunos pretenden para una sociedad invertebrada. ¿La queremos transversal o piramidal?

Maniqueismo. No se trata de una dicotomía entre izquierdas y derechas. El maniqueísmo, como vicio intelectual y mecanismo de manipulación de la realidad, se ha prodigado. Ya no vale la división entre buenos y malos. Para la Comunitat Valenciana de hoy lo más trascendental no es ni la crisis del Partido Popular de Mariano Rajoy ni la moción de censura. Ninguno de nuestros intereses más apremiantes se dirimen en los conflictos de agonía en un régimen político, el de la Transición, en el que no nos permitieron ir más allá de ser espectadores. Nos pilló de perfil con una base social inconsistente y con un territorio inconexo en el que apenas se respetaban sus provincias entre sí.

Hay actividad inusitada en Catalunya . De la gran patronal Foment del Treball, que preside Joaquim Gay de Montellà; de PIMEC, que representa a las pequeñas empresas catalanas y que encabeza Josep Gonzàlez. Junto a ellas, dos entidades transversales, que reúnen a directivos, ejecutivos, universitarios, políticos y personas de prestigio en torno a «Barcelona Global», que en breve presidirá Pau Guardans i Cambó, nieto del carismático político catalán Francesc Cambó amigo de los valencianos Ignasi Villalonga y Joaquim Reig.. Estos días ha tenido lugar el cónclave anual que se celebra en Sitges, del Cercle d´Economia de Catalunya -también plural y transversal-, presidido por Juan J. Bruguera. Este foro ha pedido en dos documentos: mejorar el autogobierno en Catalunya y el modelo territorial de Estado, en el primero y la necesidad de un nuevo modelo de financiación autonómica, en el segundo.

Rastro interminable. Basta con releer el artículo publicado en estas páginas el domingo pasado por Jesús Prado, consejero de la empresa editora de Levante-EMV —El silencio de los corderos- para comprender que estamos ante el fin de una época. El capo dei capi encarcelado, Eduardo Zaplana, que fue president de la Generalitat siete años, durante los cuales se desarrolló el estilo despótico de hacer política, que Jesús Prado califica de «zaplanato». Quienes vivimos aquella entrada en los resortes de la Comunitat Valenciana, arrasando y cortando cabezas, todavía seguimos impactados por la purga, en la que algunos fuimos víctimas. Depuración ideológica que resultó lesiva para el país.

Discernir. Señalaba el historiador Josep Fontana los defectos de la izquierda valenciana. Uno es la debilidad de moverse mediante pautas posibilistas. La política que buenamente se pueda hacer. Pero muchos olvidan que un político no tiene por qué ser un espécimen acomodaticio. El político tiene que ser radical y gobernar con determinación. El autoritarismo y la intolerancia es otra dimensión que la derecha valenciana ejerce sin complejos. El segundo defecto que señalaba Fontana en el comportamiento de la izquierda es que tiene mala conciencia a la hora de decidir.

Intimidados. Este fallo tiene origen ético en los múltiples complejos que afectan a los dirigentes que se consideran progresistas. La derecha valenciana goza de la gran desinhibición que le propicia la ignorancia de la ética a la hora de liquidar a quienes considera sus adversarios ideológicos. Añado un tercer problema. Es el miedo. El temor reverencial ante el poder económico o la intransigencia de la jerarquía de la Iglesia Católica. Es cierto que los resortes financieros y de la cúspide empresarial son poder en sí mismos, más allá de gobiernos y legislaturas. La izquierda, a menudo, se alía con su peor enemigo.

Capilaridad. El entramado empresarial valenciano tiene varias reválidas por superar. Está en trance de remontar su propia depuración. Nadie puede dar por consolidada la nueva patronal autonómica. La Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana, ha superado gravísimos avatares que provocaron la quiebra de la anterior Cierval y a sus filiales provinciales de Castelló ( CEC), y de Alicante (Coepa), envueltas en escándalos y desfalcos. Esa situación de crisis generalizada en el mundo empresarial no se resuelve con golpes de pecho ni con pretensiones pintorescas.

Las entidades económico-empresariales de la Comunitat Valenciana-- incluidas las Cámaras de Comercio, la Bolsa de València o las instituciones feriales-- tendrán que decidir entre ser estrictamente privadas u homologarse en el contexto democrático que rige las instituciones. Dentro de la apertura equitativa y necesaria que se ha de restablecer con la reforma valenciana de la ley de Representación Institucional, para que ese apartado deje de ser coto cerrado y se abra a la diversidad de patronales y sindicatos. ¿Queremos ser transversales o piramidales?