El Seminari de Govern, celebrado el pasado fin de semana en las poblaciones alicantinas de Castalla y Biar, ha tenido como espectador silenciado a un árbol muy especial: el Plátano de Biar. Un plátano de sombra de valor incalculable, desde el punto de vista botánico, al ser uno de los de mayor edad y dimensiones de la Comunitat Valenciana, y también muy destacable en España. Es un ejemplar maduro, que está enfermo y debilitado a causa de las drásticas podas que ha experimentado a lo largo de su historia y de las transformaciones que ha sufrido el entorno al pasar de agrícola a urbano.

Todo parece indicar que, a pesar de su importancia y valor, no ha recibido la visita de los líderes del gobierno valenciano: no aparece ni de soslayo en las instantáneas difundidas del evento, una pena. No querrían darse de bruces con la realidad que sufren los árboles monumentales, y con su gestión. El Plátano de Biar está protegido directamente por la Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental de la Comunitat Valenciana desde el año de su aprobación, 2006, al serle de aplicación directa el art. 4, «Protección genérica». Supera los 26 metros de altura, los 30 metros de diámetro de copa, los 6 metros de perímetro de tronco y los 250 años. Pero carece de plan director y de un programa de gestión individualizado, como establece el art. 9 «Conservación».

El Govern del Botànic se reunió para autoevaluarse. Lo vienen haciendo desde el inicio de la legislatura como «una nueva forma de entender la gobernanza», es decir a través de la participación, la transparencia y el dar cuentas a la sociedad de los retos autoimpuestos. En la información oficial del encuentro aparecen como conseguidos la práctica totalidad de los objetivos pero, si se acude a la casilla que informa del estado actual en la ejecución se puede comprobar que pese a figurar como «assolit», alcanzado, en el balance, bastantes de ellos están incumplidos.

Pocas son la consellerias que se ciñen a la estricta realidad, y como viene siendo habitual el departamento que dirige Elena Cebrián, la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, es el que más incumplimientos suma. Hasta cinco leyes aparecen como compromisos alcanzados, aunque en realidad y a día de hoy se encuentran en desarrollo o en vía muerta: la Ley de Caza Sostenible, la Ley de Espacios Naturales Protegidos, el Sistema de retorno de envases (SDDR) y el Decreto de desarrollo de la Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental.

Para entender lo que ha hecho el Govern del Botànic con los árboles monumentales, hay que empezar recordando que el objetivo se marcó en el primer seminario de gobierno, celebrado en Morella, tierra de olivos milenarios. Y aunque aparezca como «assolit» en la casilla correspondiente, no intenten acceder a él, ya que el Decreto no figura como publicado en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana. No está «assolit». Llama la atención la justificación que aparece en la casilla de observaciones: «en aplicación de un modelo participativo de elaboración, el proyecto de Decreto de Patrimonio Arbóreo ha estado durante más de un año debatiéndose en el grupo de trabajo técnico de la Comisión de Patrimonio Arbóreo hasta que finalmente ha podido completarse esta propuesta. Actualmente esta propuesta de Decreto está en el CJC (febrero de 2018). Se estima que su tramitación finalice en el verano de 2018».

La verdad más hiriente es que esgriman el argumento de la puesta en marcha de un proceso participativo. Quizás lo fue, pero no hubo acuerdo, ni actas definitivas aprobadas, ni unanimidad entre los técnicos, por lo que no se llegó debatir el Decreto ni en su totalidad ni profundidad. Acabaron con las reuniones cuando vieron que no iba a salir adelante lo que querían imponer.

Pero tal vez lo peor sea que estando en marcha la discusión técnica del Decreto intentaron, de espaldas a la Comisión de Patrimonio Arbóreo - el órgano de control responsable de la evaluación y seguimiento de la gestión que se lleva a cabo con los árboles monumentales - modificar unilateralmente la Ley. Parece que molesta, y mucho, que la Ley fuera aprobada por unanimidad en Les Corts y aplaudida socialmente. Prefirieron seguir la senda del viejo y feo truco de tratar de colar las modificaciones a través de la Ley de acompañamiento de los presupuestos. Es decir, sin debate específico y sin voluntad de consensuar, procedimiento que es legal, pero que no acaba de encajar en los principios de participación y transparencia de los que se arrogan ante la ciudadanía. De haber salido adelante esta traición, cientos de árboles monumentales hubieran quedado desprotegidos, fuera de la Ley.

Lo de la Comisión de Evaluación y Seguimiento de Patrimonio Arbóreo, es de traca. Carece de normas de funcionamiento, se no cumple lo acordado en las actas y por si faltaba algo los miembros no tienen acceso a los informes, estudios, documentos o denuncias presentadas en relación a la gestión y estado de los árboles monumentales. Con estas condiciones difícilmente pueden cumplir la función que les impone la Ley.

Desde el Semari de Govern, más que «assolir» con los árboles más ancianos de nuestros bosques, campos y jardines, lo que hacen es «assolar».