Sí, es así. Las estadísticas mundiales lo indican. Es más mortífero el frío que el calor. Pensemos que en el hemisferio norte el invierno afecta a mucha más cantidad de personas. Afortunadamente en España es raro que muera gente por frío. Se han habilitado mecanismos de protección civil y asistencia social para que no ocurra. Pero la imprudencia sigue siendo mala consejera y todos los inviernos se contabiliza alguna víctima mortal por avalanchas de nieve zonas de montaña. Aquí en España se invierte la estadística mundial y en las últimas tres décadas está muriendo más gente por calor que por frío, especialmente desde 2003. Según la estadística oficial, 209 personas han fallecido en España desde 1995 por efecto del calor. Cifra que, sin duda, debe ser más elevada porque en nuestro país nunca se hizo oficial el dato de las víctimas mortales ocurridas tras la famosa ola de calor de 2003. Sea como fuere, el calor es uno de esos riesgos «nuevos» que va cobrando protagonismo. A ello se une el hecho de que cada vez «soportamos» menos el calor. Este verano se ha hecho noticia la ocurrencia de una ola de calor que es, por otra parte, lo normal de los veranos en España. Y además en un verano, como el de 2018, que está resultando el más llevadero en términos de temperaturas de los últimos cinco años. Pero la opinión de la calle es otra y es la que manda. Y ahí están los telediarios anunciando el fin del mundo del calor. Y haciéndose eco de posibles records de temperatura, 50 grados o más, que de momento no se han alcanzado en la península Ibérica y es muy difícil que se registren. Un reciente informe publicado en la revista PLOS Medicine, con participación de investigadores españoles, señala que las muertes por calor podrían incrementarse casi un 300 % entre 2031 y 2080. Un motivo más para no demorar la adaptación al cambio climático también en nuestro sistema nacional de salud.