Que nadie crea que la resaca tras el congreso de los populares ha pasado. Nada más lejos de la realidad. Es ahora, en el inicio del nuevo curso, cuando se sentirán las consecuencias en el PP valenciano. Vicente Betoret apostó por Cospedal; tenía que jugársela si quería sobrevivir políticamente. Para ello se rodeó de un pequeño núcleo de colaboradores. En su estrategia, confeccionó listas con nombres leales a Cospedal que no eran reales o estaban manipuladas. De hecho, algunos líderes se sorprendieron al saberse incluidos en ellas sin su consentimiento.

La rival del expresidente provincial, Carmen Contelles, no se quedó atrás. Respaldó a la que muchos creían ganadora, Soraya Sáenz de Santamaría, utilizando métodos que cabe interpretar como coercitivos, pues se amenazaba con dejar fuera de las candidaturas a quienes no la apoyaran.

Tanto Betoret como Contelles jugaron duro. La consecuencia de la derrota estaba clara: acabar en el cementerio político. Ahora la portavoz de la Diputación debería dejar de soñar con la presidencia provincial y preocuparse de ser la designada para liderar la lista municipal de su pueblo, la Pobla de Vallbona. Igual suerte podría correr buena parte del aparato regional sorayista, sin excepción, pues el pecado es el mismo tanto si se abogó abiertamente por Sáenz de Santamaría como si se intentó disimular con la pretendida neutralidad.

El papel jugado por la diputada Belén Hoyo fue una sorpresa para muchos. Asombró incluso a quienes la conocen por su atrevida y arriesgada apuesta desde un principio por Pablo Casado. Política con instinto para acercarse al poder, hay que reconocerle que supo intuir lo que pocos vieron, y no tuvo empacho en ser la primera política valenciana en posicionarse en el conflicto popular. Su apuesta decidida la ha situado como claro referente político, circunstancia que buena parte de aquellos compañeros que se decantaron por otras opciones siguen sin asimilar.

El congreso nacional del PP deja un conflicto por resolver: la animadversión manifiesta y pública que mantienen Betoret y Hoyo. No va a ser positiva para el PP valenciano esa tensión, que se arrastra desde la caída de Alfonso Rus, padrino de ambos, y que hoy sigue vigente. Los dos navegan ahora en el mismo barco, pues los líderes por los que apostaron, Cospedal y Casado, han salido los victoriosos. Necesitan un mediador y ya se apunta a que ese papel podría desempeñarlo el ganador de las primarias para Casado en el la capital: Luis Santamaría. De ser así, Santamaría deberá asegurarse que, esta vez sí, le pagan el favor.