"Psicóloga de profesión y aficionada al atletismo, dedica sus ratos libres a hacer labores de entrenador personal", así rezaba el retrato de una corredora hablando de sus experiencias en una de las innumerables competiciones que llenan casi todo el calendario de eventos deportivos en nuestros municipios. El deporte se masifica, se convierte en un éxito de participación, la actividad en cualquier deporte se abre a todos los públicos y tener una vida activa se recomienda a todos los niveles. Incluso con campañas desde la Conselleria de Sanitat: "El Pla Bé". Nunca tanta gente siguió la cita del romano Juvenal en su sentido moderno: "mens sana in corpore sano". Nunca hubo tanto consenso en los beneficios del deporte o, estrictamente, de la actividad física moderada y adecuada a cada persona, su edad y su condición.

Y, sin embargo, estando de acuerdo en las posibilidades de bienestar que ofrece la socialización del deporte hemos estado obviando la dirección profesional del mismo normalizando situaciones como la que abre el artículo. Que cualquiera en sus ratos libres y sin formación adecuada se responsabilice de la salud y la seguridad en la actividad física de una persona, de unos mayores, de unos niños a su cargo, no es solo intrusismo o falta de ética profesional, es una irresponsabilidad que ante la extensión de la práctica deportiva de la población pone en peligro su salud€ Entrenadores personales, preparadores físicos, monitores, gestores de recintos y eventos deportivos, técnicos deportivos de clubes, maestros y profesores de educación física deben ser competentes y responsables en su campo laboral. También para luchar contra la precariedad laboral que sufre todo el sistema deportivo autonómico y ofrecer, junto al mercado que se maneja solo por modas y demandas, una actividad mejor y más segura.

Hace unas décadas era habitual ver en los campos de entrenamiento a personas sin formación, en banquillos y deportes de toda clase dando órdenes y planificando actividades. Eran los tiempos en los que el deporte era considerado por muchos una distracción, una pérdida de tiempo, y los que se dedicaban a dirigirlo no observaban aspectos que hoy nos preocupan: las necesidades físicas y pedagógicas de los menores en sus tramos de edad, la necesidad de promocionar un deporte para todos vinculado a la salud de sus practicantes o una gestión económica y laboral transparente. Hoy en día ya tenemos en el mercado laboral a infinidad de egresados de facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, titulados de ciclos formativos de modalidades deportivas, monitores federativos o incluso certificados de profesionalidad. Es fundamental una regulación de las profesiones del deporte para cuidar a las personas como las cuidan profesores y sanitarios en su ámbito y la Generalitat tiene competencias en la materia para hacerlo tal y como lo han hecho otras Comunidades. Esperamos que el Anteproyecto de Ley en trámite mantenga el consenso que ya hay entre colectivos profesionales, federaciones y partidos políticos que apoyamos que los profesionales en su profesión velen por el mejor deporte, uno sano y seguro, para nuestros ciudadanos.