Los socialistas tenemos una misión general y otra particular en los próximos años. La primera, básica, bloquear el progreso de los movimientos extremistas en toda Europa, en España también. La segunda, evitar que las políticas de Trump o de Bolsonaro terminen -a corto plazo- por arruinar la estructura internacional de protección del medio ambiente, de medidas contra el cambio climático y de soluciones diseñada en las últimas cumbres climáticas.

La ultraderecha tiene su simiente en las políticas neoliberales generadas por la derecha durante la última crisis. Sí, las políticas de austeridad han generado una contracción del Estado del Bienestar hasta reducirlo a un Estado de Beneficencia. En él, los servicios y prestaciones sólo quedaban para la población más desprotegida, dejando también indefensos a una clase media que rozaba la pobreza o vivía con necesidades, pero que como no llega a rebasar las línea de la miseria, carecía de acceso a cualquier ayuda de la administración.

Esta situación perversa, que ha generado una nueva clase, la desvalida, ha hecho que en busca de respuestas a su soledad encuentre las soluciones de la ultraderecha más peligrosa. Sólo unos presupuestos generales como los presentados por el Consell del Botànic pueden poner fin a la situación donde mucha gente se siente sólo y abandonada.

En lo particular, las políticas de Bolsonaro son terribles para el medio ambiente, versión latinoamericana del negacionismo de Trump. La amenaza de sacar a Brasil de los Acuerdos de París, de eliminar el Ministerio de Medio Ambiente, de potenciar la deforestación del Amazonas y de impulsar la industria minera en zonas de protección en la selva amazónica debe obligarnos a actuar. Porque esta suma de despropósitos se producen en el pulmón del mundo, el país de mayor biodiversidad y con mayores recursos de agua dulce. Sin lugar a dudas, sus propuestas mezcladas con las ocurrencias ideológicas de Trump hacen que nuestro planeta sea hoy más inestable e inseguro para el conjunto de la humanidad. La de ahora y la de mañana.

Contra ello, se pueden hacer cosas. Se puede luchar desde lo local a lo global. Cada acción mínima en nuestro territorio tiene la capacidad de sumar en el conjunto del planeta. Creo que el presupuesto de Medio Ambiente del Consell ha activado este resorte. Los presupuestos tratan de demostrar que se puede conjugar gestión forestal y actividad económica bajo los principios de respeto al medio natural. Una política de gestión de recursos naturales donde no prime el negocio ante la preservación de aquello que será irreemplazable. La Generalitat de hoy considera que el negocio del medio ambiente de ayer se ha terminado. Que hay que evitar que se confunda la economía circular con los negocios redondos que aplicaron algunos del PP a costa desproteger nuestro territorio y nuestros recursos.

Los presupuestos para 2019 tratan de taponar las dos patologías sociales más importantes: el totalitarismo de ultraderecha racista, xenófoba y depredadora social; y el negacionismo medioambiental. Las dos amenazas son peligrosas, y la suma de ellas, mortales para el futuro de nuestros hijos. Hay que evitar un Bolsonaro medioambiental y un Trump antisocial. Objetivos de los presupuestos del Consell valenciano para 2019.