En octubre de 1979 Ricard Pérez Casado toma posesión como alcalde de València, una ciudad en situación urbanística crítica, con enormes déficits en servicios y dotaciones públicas y entregada a los especuladores que soñaban con llegar raudamente a los rascacielos del Saler por la autovía trazada en el antiguo cauce del río Turia. El nuevo modelo de ciudad, impulsado por el gobierno socialista con la ilusionada participación de universidades, gremios y colectivos ciudadanos, se dibujó en el Avance del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) presentado en 1985, con la mancha verde del Parque Central (una ocurrencia inviable para RENFE) y se concretó, con los marrones del planeamiento diferido, en el PGOU aprobado en diciembre de 1988.

En junio de 2015 Joan Ribó toma posesión como alcalde de una ciudad en la cual, además de onerosos grandes eventos, se han construido -en los 24 años del gobierno del PP presidido por Rita Barberá- muchas de las dotaciones y servicios previstos en un PGOU que ha sufrido innumerables modificaciones puntuales y una revisión simplificada (y fallida) en 2015. No se puede decir que el gobierno del Pacto de la Nau (PSPV-PSOE, Compromis y València en Comú-Podemos) haya tenido un modelo de ciudad -que habrían sido tres-; pero se puede demostrar que ha dado pasos clave (con aciertos y errores) en la construcción de una ciudad equilibrada, amable y sostenible. En cualquier caso, los avances y perspectivas del modelo (o modelos) se podrán determinar y evaluar en la exposición pública de los documentos de la revisión del PGOU, del Plan Especial del Cabanyal, del PAI del Grao y de planes de orden regional o sectorial (aprobados o en tramitación), como el de Acción Territorial Metropolitana, de la Huerta o la ZAL del Puerto. Exposiciones que llevan meses de retraso y que deben realizarse antes de marzo de 2019.

En Plenario de Podemos VLC llevado a cabo el pasado 22 de septiembre, se presentó Pensant València, un proceso participativo para la elaboración de un nuevo modelo de ciudad. Y en el realizado el 28 de diciembre, se confirmó la compatibilidad del proceso con la elaboración del programa para las elecciones del 26 de mayo de 2019; se presentaron propuestas programáticas de varios círculos y se anunció el cronograma de actividades con el objetivo de tener el documento para antes del 31 de marzo. El interés general de la idea y su importancia política, técnica y ciudadana, incrementada por la coyuntura electoral, permiten suponer que otros partidos políticos (tradicionales, emergentes o sumergidos) y colectivos interesados en el presente y futuro de la ciudad, pueden estar desarrollándola con sus propias metodologías, contenidos y tiempos. Y los lastres (cordones mal atados) de Pensant València, con la gravosa ignorancia del caracter metropolitano de la capital del Turia, previsto en el Plan General franquista de 1946 (llamado de Valencia y su cintura), ampliado por los socialistas y borrado por el PP que dividía los territorios para multiplicar los negocios, conducen a la propuesta que, con una rumia que se remonta a los debates programáticos en Guanyem València (septiembre de 2014 - febrero de 2015) y a las asambleas del 15M (entre 2011 y 2014), me permito presentar a los partidos del Pacto de la Nau, a otras fuerzas progresistas como Actúa y a colectivos ciudadanos como las AA VV y la Plataforma El Litoral Per Al Poble:

El modelo de ciudad para la València del siglo XXI no es un tema que pueda resolver un partido político en tres meses, mucho menos si evade la revisión crítica y autocrítica de lo pensado y actuado en los últimos 40 años. Se trata de un tema que por su naturaleza multifactorial e implicaciones económicas, sociales y culturales, demanda un amplio debate hacia un consenso básico progresista que podría y debería concretarse en un programa electoral de mínimos comunes, con los máximos de cada fuerza confluyente. De ello depende, a mi entender, la continuidad mejorada y fortalecida del Pacto de la Nau o de la confluencia que evite el triunfo de la que se cocina entre el PP, Ciudadanos y la Vox valenciana que, como en Andalucía, decidan aflorar y blanquear miles de ciudadanas/os. ¿Será posible?