los vientos catabáticos descienden de las montañas y alcanzan sus máximas velocidades al pie de las cordilleras, a sotavento más que a barlovento. Estos vientos condicionan el número de heladas de una zona determinada.

Por ejemplo, en el Alt Empordà las tramontanas frecuentes e intensas impiden que hiele en los lugares donde el viento no para de soplar durante toda la noche, como es el caso del pie de la Albera, en el pueblo de Espolla, o en la costa del Cabo de Creus y la situada más al norte, en lugares como Cadaqués o Portbou. En cambio en otras áreas litorales cercanas como los Aiguamolls del Empordà, donde el viento encalma, las heladas son relativamente frecuentes, alrededor de 30 días al año. En otros lugares los vientos catabáticos son débiles y son típicos de noches anticiclónicas y con tiempo estable.

El rol de los vientos catabáticos es inverso al primer caso, las heladas son mucho más frecuentes que en zonas cercanas. Es el caso del Valle de San Daniel de Girona donde tenemos vientos catabáticos procedentes de las Gavarres, y hiela 65 días al año, mientras que en el centro de Sarrià de Ter, donde no hay estos vientos catabáticos procedentes de las Gavarres, sólo hiela 30 días al año.