La verdad es que nuestro President Puig no gana para sustos. Hace unos tres meses la amenaza era una posible alianza electoral Compromis-Podemos-EU , que superara en votos al PSPV, reclamara un pacto de todas las izquierdas y en consecuencia, que la Presidencia de la Generalitat fuera para esa señora, que no aspira a nada en política , pero que siempre está dispuesta a sacrificarse por el pueblo valenciano.

Esta alianza de la izquierda de la izquierda pronto se diluyo. La legítima ambición personal del President para ser reelegido parecía contar con buenos augurios. Pero de Málaga a Malagón. Su antigua compañera de la «conspiración de los barones» ( 2016) contra Sánchez, Susana Díaz, siendo su candidatura la más votada en Andalucía , estaba a punto de ser desplazada de la Presidencia de la Junta de Andalucía, por un tripartito de derechas que formaba una mayoría parlamentaria. De hecho en la fecha que escribo estas línea,23 de enero, Díaz ya lo ha sido, y tal vez por aquello que el moribundo es el último que se percata de la cercanía de su fallecimiento, no se ha dado cuenta que es un cadáver político. Sánchez ni olvida, ni perdona.

El Molt Horonable volvió del paréntesis navideño, detectando con su fina pituitaria política, aunque a veces tardía, que los vientos del Sur podían provocar potentes borrascas en otras regiones españolas, especialmente en las que el anti-catalanismo por razones de distinta índole esta latente o presente. Ese es el caso de la Comunidad que él preside. De inmediato animó a todos sus diputados a contar en la calle todo lo mucho y bueno que ha hecho el Govern que salió del conocido Pacto del Botánico. Pero los ciudadanos valencianos no son tontos y saben distinguir por si mismos los frondosos árboles que han crecido estos casi cuatro años en el jardín, como la honradez en la gestión de los recursos públicos, y los matorrales que también los hay: la pervivencia parcial de los barracones escolares heredados de la anterior Administración, Puerto Mediterráneo€

También en ese discurso del nuevo año político a su grupo parlamentario propugnó un «cordón sanitario» con Ciudadanos, si pactaba con Vox en Andalucía. Dado que eso era más que probable en esos momentos, con calculada ambigüedad, el Sr.Puig dejó algún agujero en el cordón al afirmar "que los ciudadanos tienen la última palabra".

Estos vientos meridionales tienes un nombre: Vox. De Abascal y su partido creo que hay poco nuevo que decir. Es el embrión en España de esas poderosas fuerzas populistas de extrema derecha, que de Finlandia a Italia han emergido en Europa en la última década. Al ideario común de todas ellas - anti-inmigración, y fuerte recelo hacia la UE - Vox incorpora la singularidad española al añadir a estos ejes ideológicos la caspa del «nacional-catolicismo». España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio, es diferente. Sintomáticamente uno de sus más o menos homólogos europeos - el Partido de la Libertad holandés - fundamenta su islamofobia en la importante amenaza que supone para la libertad de costumbres de esa nación, el integrismo islámico. Sin embargo aquí la derecha más recalcitrante se equivoca, pues los derechos civiles de nuestro país, no se fundamentan sólo en las leyes, sino que están profundamente arraigados en nuestra sociedad.

En nuestra tierra su sombra aparece poderosa en las encuestas. La última que conozco está hecha por Compromis. En ella el partido de Abascal obtendría representación parlamentaria y, si Esquerra Unida y Podemos no llegan a un acuerdo, podrían no alcanzar el suelo del 5 %, y al ser ambos en ese caso extra-parlamentarios, es dudoso que en solitario PSPV y Compromis obtuvieran la mayoría absoluta. Las paradojas de la política. Hace tres meses el President temía de las alianzas a su izquierda, y ahora anhela que estos dos últimos partidos se alíen, y decanten nuestras Cortes hacia babor. Comprendo la inquietud de nuestro President, pues en esa gente abundan los que debajo de la túnica de la humildad esconden una enorme vanidad personal, lo que hace que nunca se sepa por dónde te van a salir.

El PSPV podría sumar aritméticamente, casi seguro, mayoría parlamentaria con Cs, pero a día de hoy su alejamiento es tan elevado, que es una hipótesis muy improbable. Por un lado está la política fuertemente nacionalista en materia lingüística que ha impulsado el Molt Honorable en nuestra tierra, supongo que por una combinación de convicciones personales, y concesiones a su socio gubernamental. Y por el otro, el ADN españolista que impregna hasta los tuétanos a Cs, amén de su notorio giro a la derecha desde la moción de censura de Sánchez, lo que en conjunto hace casi imposible su confluencia.

De pasar lo peor, el reiteradamente citado President debería recordar aquello de que nunca gana las elecciones la oposición; las pierde el Gobierno.