En València, en el Centre del Carme se celebró la exposición, «Mayo del 68, por los fotógrafos de ´France Soir´». Una mirada, con imágines inéditas, que recogía los enfrentamientos que se produjeron durante la revolución de estudiantes, en mayo del 68. Corrían los felices sesenta, cuando el movimiento hippie movilizaba las universidades y los ecos de la obra de Marcuse sobre el pensamiento unidimensional se hacían sentir en el mayo francés. En París, se buscaban las playas bajo los adoquines, la imaginación no alcanzaba el poder, y, siendo realistas, se reivindicaba lo imposible.

Cuando Caballero Bonald se cuestiona sobre cómo fue la transición política y social española, por haberse limitado a contentar a la izquierda sin incomodar a la derecha, nos preguntamos sobre cómo fue la nuestra, la de la generación del 68. Nuestra generación apostó por la democracia, cuando la actual cuestiona la calidad de la que se le ha ofrecido. En València, en los años sesenta, surgieron iniciativas, como Studio S.A., por poner un ejemplo concreto, auspiciada por jóvenes universitarios, que acompañó a cuantos cantantes o grupos teatrales, disidentes o disconformes, querían hacer oír su voz, por la vía de la resistencia, por la vía de la cultura, entre otras razones porque, por entonces, en España, como tampoco parece ahora - advierte Ian Gibson, «a estas alturas solo creo en la cultura» - no había otras vías.

Esta actividad cultural, la de Studio SA, surgió primero en la calle Taquígrafo Martí, y más tarde en el Teatro València-Cinema, en la calle Quart. Enrique Herreras, en Studio SA: 25 años de resistencia cultural, señala, «la historia del teatro en València, desde el franquismo a la democracia, no puede entenderse sin hablar del València-Cinema». Y, entre las personas que merecen especial reconocimiento, por haber llevado a cabo muchas de aquellas iniciativas, estuvo la figura del director teatral, Antonio Díaz Zamora, fallecido precisamente en 2018, año en el que se cumplía el cincuentenario de aquella revolución social.

¿Qué queda pues hoy del espíritu del 68, cincuenta años más tarde? Los tiempos están cambiando, como entonces, y muchas de las actuales manifestaciones, como la huelga mundial de las mujeres, entre otras recientes reivindicaciones, nos trae el recuerdo de aquellas propuestas y personas, con cuya convivencia se forjó nuestra conciencia. Se puede decir, en palabras de Ana Chafer, que nada cambió y, sin embargo, todo cambió, ¿o no? Al menos ya nada sería igual. Fue la apuesta de una generación, que quería cambiar los tiempos como la actual quiere encontrar el suyo. Una generación que vivió una revolución que no sabemos denominar de otro modo, según Jacques Derrida, que por su fecha, la del 68, sin acabar de comprender que la trascendencia de la misma, fue, aun sin parecerlo, reivindicar lo imposible.