La gravedad de la crisis citrícola que nos afecta nos obliga a hacer un análisis en profundidad, porque son muchas, muy variadas y complejas las causas que nos han llevado hasta donde estamos.

Hay una producción creciente de cítricos, tanto en Europa, como fuera de ella, y es bien sabido que el exceso de oferta lleva implícito un descenso de los precios de mercado. Esto es una premisa de carácter general, que indudablemente se ha convertido en uno de los principales factores de la baja rentabilidad (incluso con pérdidas) de los cítricos valencianos.

En lo que respecta a la campaña actual, ha afectado de modo determinante el efecto negativo de las anomalías climáticas. Calibres bajos y presencia de clareta como consecuencia de temperaturas excesivamente elevadas, seguidas de un otoño lluvioso, que ha afectado a la consistencia y durabilidad de la piel - envejecimiento -, particularmente en el grupo de las mandarinas. Este efecto arrastró también a las naranjas, con precios que pronto fueron superados por los costos de producción. Hay que añadir la presencia del trips de la orquídea, plaga de reciente aparición, con daños variables, particularmente en el grupo Navel. En el calendario de exportación de cítricos de la Comunidad Valenciana hay una saturación en el último trimestre del año, particularmente de las variedades Navelina y Clementina de Nules, con un importante volumen de producción.

Ha habido, además, una gran cosecha de manzanas y ausencia de frio en Europa en la primera parte de la campaña, lo que ha podido influir en un descenso de consumo de cítricos.

Un factor importante que impide abaratar los costos de producción es el minifundismo, unido al envejecimiento de la población citrícola, así como como el de las plantaciones, donde muchas de ellas proceden de la crisis de la Tristeza.

La globalización, con su ingente movimiento de mercancías y personas, ha incrementado el ingreso de nuevas plagas y enfermedades, que hasta hace unos diez años eran desconocidas aquí. Paradójicamente, ha ido unido a una drástica disminución de productos fitosanitarios en el Registro Único Europeo, con lo que nos quedamos con más problemas y menos recursos para combatirlos. Curiosamente los productos agrícolas europeos, están sujetos a una legislación muy restrictiva, que no traslada las mismas exigencias a los productos de países terceros, dónde se siguen utilizando productos nocivos para la salud del consumidor y prohibidos aquí. Pero siguen llegando.

Es imprescindible un mayor control de plagas y enfermedades importadas en Europa, así como de residuos de fitosanitarios de países terceros.

La PAC fue modificada en el año 2009, pasando la subvención que recibía la industria de transformación, directamente al agricultor. De inmediato se produjo un descenso de precios en campo. Sería muy positivo volver al sistema anterior. Además, por este sistema ha quedado excluido de derechos a la PAC el pequeño agricultor. ¿Por qué no volver al sistema anterior? Se debe aprender de los errores y éste se podría subsanar dejándolo como estaba antes de 2009. En el año 2020 hay una nueva negociación de la PAC.

En Septiembre de 2016 fue ampliado hasta el 30 de noviembre por el Parlamento Europeo el calendario de importaciones de cítricos de África del Sur, Egipto y Turquía, con una reducción arancelaria anual del 10 %, hasta llegar a 0 % en el año 2025. Por si fuera poco recibimos también cítricos de América del Sur y Marruecos.

Será necesaria una actualización de conceptos en el manejo del cultivo, para producir mejor con menos recursos, y además hacer frente a las plagas exóticas y a las fisiopatías provocadas por condiciones climáticas adversas para el cultivo.