El pasado 8 de enero de 2019, asistí a una de las Jornadas organizadas por la FVMP y la Agencia Valenciana de Seguridad (AVSRE) en Castelló y entre las intervenciones me llamó mucho la atención las reflexiones realizadas por el concejal de Castelló Toni Lorenzo en el sentido de que era muy necesario trabajar por mejorar la imagen reputacional de la policía local, fomentando las alianzas para la convivencia. Sin duda un concepto que debe abrirse camino cuanto antes al interno de la cultura policial. En un mundo cada vez más interconectado y globalizado, gestionar la reputación institucional y minimizar el riesgo reputacional son dos de los retos más importantes a los que se deberían enfrentar a diario los responsables de Policía Local.

Es muy importante la imagen que la ciudadanía tiene de su policía local, pero con preocuparnos sólo de la imagen dejaríamos de lado muchos factores que afectan directamente a la reputación de Policía Local. La falta de diferenciación o claridad entre los conceptos de imagen y reputación es un problema común. En este sentido, los expertos señalan que «lograr entender que tener una imagen positiva trae consigo una reputación saludable facilita los procesos. No se trata solo de ejecutar acciones para mejorar la imagen, se trata de tener una buena imagen el 100% del tiempo» (Juan Manuel Lancha).

Debemos trabajar por evitar el riesgo reputacional, aquel al que nos exponemos cuando el prestigio o imagen corporativa tienen altas probabilidades de ser perjudicados, bien sea por elementos internos como por terceros. O dicho de otra manera, es toda aquella acción, gesto, evento o situación que puede impactar negativamente en la identidad que queremos trasmitir. En este sentido, considerar mejorar quién eres realmente como institución tendrá un impacto en tu reputación, el proceso no es inverso. De ahí la importancia de adaptar cuatro recomendaciones básicas a plantear:

Definir el Plan Estratégico de Reputación Corporativa. Sin un plan de reputación definido, lo que sucederá es que tendremos la comunicación externa sólo enfocada en solucionar problemas del día a día o crisis periódicas, en lugar de gestionar la imagen a futuro.

La Gobernanza Corporativa: Es necesario entender la dualidad de la persona en cualquier contexto. En el caso de los cuerpos de policía local es necesario conocer la dimensión profesional y personal de cada uno de los componen; por tanto, es importante tener una política definida eficaz con las personas hacia dentro y fuera del ámbitos profesional, que incorpore todo el valor humano que aportan. Las personas deben estar plenamente implicadas y para ello deben desarrollarse y planificarse las mejoras internas que lo permitan.

Reorientar la Responsabilidad Social: Es necesario que los mandos sean conscientes del impacto real de confeccionar acciones socialmente comprensibles. No como una herramientas de imagen sino implantada en todas las decisiones que se adopten.

Aglutinar Cultura Corporativa: Generar complicidades con el tejido asociativo y la vertebración de la ciudadanía para conseguir una identificación con una cultura de seguridad pública participada será parte de la organización en todos los niveles. Sin dudas, se generará un ambiente de confianza y reconocimiento.

Finalmente, y alineados con la propuesta de Lancha, el plan integral de toda la organización debe estar regido por principios éticos claros. Solo así se conseguirá una cadena de comunicación saludable: decisiones claras y argumentadas ante la ciudadanía aportarán una imagen positiva y, por ende, una reputación indiscutiblemente positiva.