Como buena muestra de que en tiempos de campaña -si no en todos- cuenta más la forma que el fondo, la crisis por el debate televisivo de los candidatos a la presidencia del Gobierno ha sido hasta el momento el asunto más discutido. La confrontación en directo de las propuestas de los partidos es útil para que los ciudadanos decidan su voto, pero no siempre a los políticos les interesa exponerse del mismo modo y entonces el esencial interés público de los debates pasa a segundo plano.

Pedro Sánchez solo quería uno, o ninguno, confiado con los resultados que aventuran las encuestas. Por supuesto, se negó a un cara a cara con Pablo Casado, quien quería seguir representando el tú y yo del bipartidismo y, al mismo tiempo, distanciarse de la foto de Colón. Sin embargo, el juego de escaños español no da pie a duelos; afortunadamente, estamos muy lejos de un combate como el de Petro Poroshenko y Vladimir Zelenskiy en el estadio olímpico de Kiev con rockeros como teloneros.

Atresmedia, sintiéndose a salvo de la Junta Electoral Central, propuso para el martes 23 su debate a cinco incluyendo a Vox con la excusa del criterio periodístico, aunque dejaba fuera a los partidos nacionalistas que pueden ser claves en la misma medida que la extrema derecha. Ellos fueron quienes se quejaron ante la JEC. Lo injustificable fue que Pedro Sánchez eligiera por Vox a la privada y ninguneara a la pública, donde los trabajadores protestaron con razón. El desbarajuste llegó con la decisión de la JEC de vetar a Vox en el debate de Atresmedia. Santiago Abascal tan contento y Sánchez, sin más remedio que atender los gritos de TVE que pedía su debate a cuatro para el lunes 22. En esta cuita, con dos platós a la vista, al presidente del Gobierno y su corte no se les ocurrió otra salida que enrocarse en su idea de ir solo a uno, pero en TVE, entonces «la de todos», dejando plantada a Atresmedia. Y que el resto me siga. En el órdago encontró a un aliado inesperado, torpe y desatinado: la dirección de RTVE. Rosa María Mateo se plegó a los deseos presidenciales cambiando la fecha prevista al 23, desatando la ira de los de Planeta y de los otros partidos, y la indignación pública del Consejo de Informativos y de los Servicios Informativos de RTVE. La rectificación final de TVE/Sánchez fue anunciada en las redes por el líder socialista antes que por la Corporación, poniendo de nuevo en entredicho su independencia.

Ahora tenemos dos debates consecutivos, buena noticia para la democracia y sobre todo para las dos televisiones que los emitirán, que no cesan de avanzarnos cómo serán los atriles y las maravillas técnicas que veremos. También harán las delicias de analistas políticos y televisivos, y más pudiendo comparar cómo conseguirán Vicente Vallés y Ana Pastor que no se repitan los discursos de los candidatos. Ambas cadenas esperan que tanto interés por el voto informado de los ciudadanos se refrende con grandes datos de audiencia, si estos no han acabado hartos de los debates antes de celebrarse.