La historia de València, como la de otras ciudades europeas, se podría escribir desde la evolución de sus plazas, el espacio público por excelencia, y los mercados o mercadillos anexos, espacios abiertos o cerrados donde se reúnen diaria o semanalmente vendedores y compradores de productos alimenticios y de uso doméstico, en ámbitos a escala peatonal. Un intercambio beneficioso para todos, normalizado de distintas maneras y en diferente momentos por las autoridades locales con patrones nacionales o globales.

La aparición, a mediados del siglo XX, de los supermercados, asociada al crecimiento de la población en los núcleos urbanos y a la utilización de medios de transporte públicos y privados -con espectacular y prioritario crecimiento del coche-, modifica con mayor o menor intensidad la relación mercados-vecindario, con la desaparición de los primeros en algunas ciudades o la subsistencia en otras, abocados todos a la competencia de supermercados y grandes superficies ligadas a potentes cadenas regionales e internacionales.

València cuenta con un magnífico Mercado Central, ubicado en el histórico emplazamiento de la plaza-mercado de la ciudad medieval. Su construcción se inicia en 1914, siendo inaugurado en 1928. Además de esta ejemplar muestra de resistencia, nuestra ciudad -hoy con 790.000 habitantes en 88 barrios y 19 distritos-, tiene 16 mercados municipales y 20 mercadillos, cada uno con su carga de fortalezas y debilidades, amenazas y oportunidades.

El Mercado de Algirós y la aledaña Plaza de San Felipe Neri son espacios nucleares no solo de Albors, barrio en el cual se ubican, sino del Distrito de Camins al Grau y vecinos. Mi familia, como muchas del sector, compra en el Mercado desde su construcción (en 1983) y compró en el anterior, ubicado en la calle de Vicente Sancho Tello desde comienzos de los años 50. Y mis hijas, como muchas/os niñas/os del barrio, disfrutaron de los columpios y toboganes en la plaza. Lugar que adquirió categoría de foro ciudadano con la asamblea del 15M que se reunió allí muchos sábados entre 2011 y 2014.

La presencia de supermercados (Consum, Mercadona) afecta, obviamente, la afluencia de compradores al Mercado, aunque mucha gente sigue fiel a tradicionales puestos de fruta, verdura, carnes, pescado, quesos, embutidos, frutos secos o artículos de limpieza. Fidelidad que, como en nuestro caso, se combina con la compra en puestos innovadores (gourmet o ecológico) y en los supermercados (bebidas, productos lácteos y de aseo personal). El bar es un animado punto de encuentro de vendedoras/es y vecinas/os.

Las obras de reurbanización del entorno del Mercado-Plaza, con ampliación de aceras y nuevo arbolado -saludadas por usuarias/os peatonales (la mayoría) y cuestionadas por comerciantes y vecindario inmediato por la reducción de aparcamientos- han motivado que las autoridades -representadas por Alejandro Pons, asesor del alcalde Joan Ribó-, vendedores y miembros de la Asociación Vecinal Albors (AVA) se reúnan para considerar propuestas de mejora y continuidad del proyecto municipal (incrementando aparcamientos y ampliando la acera este de la calle del Actor Llorens entre Rodríguez de Cepeda y la Plaza); y plantear ideas innovadoras, como la de un ajuste normativo y correspondiente app que permitan reservar las zonas azules a clientes en horario de apertura del Mercado, con adecuada señalización en las avenidas que bordean el barrio.

Quedamos a la espera de los resultados concretos de un promisorio ejercicio hacia renovadas formas de relación del movimiento vecinal con autoridades y comerciantes, con activa participación ciudadana. Uno de los objetivos de la AVA para el futuro Centro Cívico-Cultural en el chalet de Aben Al-Abbar.