Década de los 60 del siglo pasado: Centenares de miles de personas emigran del mundo rural hacia las grandes ciudades, especialmente las más industrializadas, instalándose en las periferias de las mismas como buenamente pueden, malviviendo hacinados sin los más mínimos equipamientos educativos, sanitarios, urbanísticos, transporte€

No pasa por tanto mucho tiempo en presentarse las primeras protestas organizadas por pequeños núcleos vecinales para exigir solución a tantas deficiencias. Protestas todas ellas reprimidas duramente. No olvidemos que aún estamos en plena dictadura. Van surgiendo así las primeras asociaciones vecinales cobijadas al amparo de la tímida Ley de asociaciones franquista de 1964 hasta que llegó la legalización de las mismas en 1976. En 1974, siguiendo la estela que se va sucediendo a lo largo del territorio español, un grupo de vecinas y vecinos de Benimaclet crean la Comisión Gestora de lo que después, una vez legalizada, sería la Asociación Vecinal de Benimaclet.

Benimaclet, al igual que todos los barrios de València, padecía innumerables deficiencias: sin alcantarillado, calles y aceras sin asfaltar, sin apenas alumbrado, con un ambulatorio en la calle Barón de San Petrillo en una pequeña planta baja sin ninguna condición, apenas contaba con guarderías (todas ellas privadas), colegios en plantas bajas o en pisos, las vías y muro del trenet dividían urbanísticamente al barrio, etc, etc, Duro y tenaz trabajo el que tuvieron que llevar a cabo aquella primera generación de activistas vecinales.

Comenzaron las luchas por conseguir solución al muro urbanístico del trenet, se crearon, bajo la colaboración del Instituto Social Obrero, la guardería Iso (hoy Escuela Infantil Bressol), se realizaron fuertes campañas en contra de las injustas tasas de basuras, se colaboró en las campañas por la recuperación del Saler y del cauce del Turia, comenzaron las reivindicaciones para que se construyesen lo que serían después los colegios públicos Pare Catalá y Carles Salvador, comenzaron a reivindicar la protección y rehabilitación del núcleo histórico de Benimaclet....

Y llegaron los ochenta. El colegio público Pare Catalá ya está inaugurado. El Carles Salvador se inaugura a comienzos de la década. Pero hacen falta institutos, y las escuelas municipales están en cuatro plantas bajas repartidas por el barrio (dos en Emilio Baró, una en Hermanos Villalonga, y otra en Hipólito Martínez). El personal se moviliza, y se consigue la construcción del IES Ferrer i Guardia, y más tarde la construcción del actual Colegio Municipal.

También en esta década, comenzamos a organizar las «Voltas a Peu», recuperamos los carnavales (prohibidos durante la dictadura), y creamos los equipos juveniles de balonmano masculino y de baloncesto femenino.

Por fin desaparece el muro y las vías del trenet. El vecindario ya puede pasar sin obstáculos de una parte a otra de Dr. Vicente Zaragozá. Se abre la calle Dolores Marqués para acceder a Primado Reig. Tras quince años de luchas, algunas de ellas violentamente reprimidas, y decenas de atropellos, bastantes de ellos mortales, la calle Dr. Vte. Zaragozá se transforma en una calle transitable.

La década de los noventa nos trae las obras del metro y tranvía. Año y medio de obras comenzadas y finalizadas en el tiempo estipulado. Y no es por ponerse medallas, pero la labor de la Asociación Vecinal fue encomiable. Forzó la creación de una comisión de seguimiento formada por la COPUT, la empresa constructora, los comerciantes afectados, y por la asociación. La comisión estuvo constantemente en contacto, y eso contribuyó a que se cumpliesen los plazos.

También en esa década nos movilizamos para intentar conseguir que los terrenos municipales de La Hípica (junto al tenis) repercutiesen de nuevo al Ayuntamiento y se reconvirtiesen en zona deportiva pública.

No todo van a ser éxitos en la lucha, y en este caso perdimos la batalla, que no la razón. Dentro de un par de años finaliza el contrato de cesión que disfruta la actual empresa, y volveremos a reivindicar lo que perdimos hace 25 años. También en esta década se aprueban dos planes urbanísticos que afectan a una gran parte de nuestra huerta: El PAI Benimaclet Este, y el PAI de Orriols que afectó a la parte oeste de nuestro barrio. Y tras varios años de movilizaciones se logra la construcción del centro de salud de la calle Guardia Civil.

El nuevo milenio comenzó con la palabra solidaridad. Nuevos vecinos llegados desde todos los continentes se instalaron en nuestro barrio. La asociación Vecinal los acogió y les dio refugio en su local durante los quince días que duró el encierro en protesta por la conservadora Ley de Extranjería aprobada por el gobierno del PP.

Se detecta la necesidad de un nuevo Instituto y finalmente se logra poner en marcha el IES Rascanya - Antonio Cañuelo. El centro de salud inaugurado diez años atrás se queda pequeño, y comienza de nuevo la lucha para la construcción de uno nuevo, finalmente inaugurado en otoño del 2017. El PAI Benimaclet Este, aprobado en 1994 pero nunca ejecutado, convirtió en escombros lo que antes era un vergel de huerta. Desde la Asociación Vecinal pusimos nuestro granito de arena para reconvertir esas parcelas de escombros en algo útil para el vecindario. De esa manera logramos recuperar unos 15.000 m2 para aparcamientos y para huertos urbanos vecinales.

En definitiva, 45 años trabajando y haciendo barrio. Creemos sinceramente que hemos puesto varios granitos de arena para conseguir el barrio que tenemos.

Pero esto no ha finalizado. La lucha continua. Siempre surgen nuevas necesidades: escuelas infantiles de cero a tres años, centros de día y residencias públicas para personas mayores, conseguir que el ocio y el descanso se lleven bien, un tráfico más pacificado, etc...

Las Asociaciones Vecinales nacieron hace más de 50 años y siguen vivitas y coleando. Fueron y son una «escuela de democracia», un ejemplo de funcionamiento participativo, un lugar donde se sentaban y se sientan en una misma mesa, personas sin apenas estudios y otras con carrera. Y ambas se arremangan y trabajan por un mismo objetivo.