Nadie discute que hasta hace bien poco el cambio climático ha sido una cuestión tristemente accesoria que solo parecía interesar a los colectivos ecologistas. Afortunadamente en la actualidad tanto las administraciones como la opinión pública somos conscientes de sus implicaciones medioambientales, económicas y sociales, y una buena muestra de ello es la creación de la Conselleria de Vivienda y Arquitectura Bioclimática por parte del nuevo gobierno valenciano.

Mientras que el concepto de arquitectura sostenible es un concepto muy amplio, puesto que atañe tanto al proceso de diseño y construcción, como a diversos factores relacionados con la ecología, la política, la economía y la sociedad, la arquitectura bioclimática es aquella que estudia el diseño de edificios a partir de su relación con las condiciones climáticas.

Podemos decir que la arquitectura bioclimática se centra en el diseño pasivo, es decir, en el uso de recursos arquitectónicos y la utilización de elementos climáticos que minimizan el uso sistemas de climatización y la energía que estos consumen. En definitiva, es el arte de crear o renovar edificios para que sean capaces de autorregularse térmicamente.

Se trata, pues, de un concepto poco novedoso del que podemos encontrar numerosos ejemplos en la arquitectura tradicional. La correcta orientación de los edificios según su localización, la utilización de ventilaciones cruzadas, la incorporación de vegetación en el entorno o la incorporación de sistemas de protección solar en entornos cálidos y de galerías acristaladas en climas fríos, son muestras de diseño bioclimático.

Con todo ello, surgen tres preguntas ¿Es necesario crear una Conselleria de Vivienda y Arquitectura Bioclimática? ¿Hay que vincular directamente la arquitectura bioclimática con la vivienda? ¿En caso de ser necesario y correcto, llega a tiempo?

A la primera pregunta hemos de contestar afirmativamente. Es muy positivo que desde el sector público se dote de herramientas de gestión a la arquitectura bioclimática. Pese a que sea un concepto que se sobreentiende en la buena arquitectura, toda acción que visibilice y potencie el respeto al medioambiente es un avance en la lucha contra el cambio climático. En este sentido, la creación de una Conselleria, la primera en España que ostenta dicha competencia en su nomenclatura, presupone un loable esfuerzo por parte del ejecutivo autonómico por dotar a la profesión de instrumentos legales que sumen esfuerzos en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.

El segundo sí, se refiere a la vinculación con la vivienda, una relación en la que el sector privado ha llevado la delantera, ya que muchas promociones están respondiendo a la demanda de la sociedad de viviendas más eficientes y sostenibles, a través de certificaciones y sellos. Este hecho, a priori positivo, ha derivado en algunos países más avanzados y concienciados en la sostenibilidad en la gentrificación de los barrios más eficientes energéticamente, por lo que debe ser un elemento a tener en cuenta por parte de las administraciones.

Aprendiendo pues de esta experiencia, sería conveniente que la nueva Conselleria destinara recursos a facilitar que el parque de viviendas ya construidas incorpore medidas de aislamiento para mejorar su eficiencia energética.

¿Llega a tiempo? Si, pese a que en España no estemos tan avanzados respecto a la sostenibilidad como en otros países, o precisamente por eso, estamos a tiempo de prever y evitar los errores de otros como la mencionada gentrificación por motivos energéticos.

Así pues, a partir de este primer paso que supone la creación de la nueva Conselleria, sería oportuno diseñar una hoja de ruta que permita evolucionar hacia objetivos más ambiciosos, para ello es necesario abrir espacios de diálogo con todos los agentes implicados e incorporar, además de los aspectos climáticos, los factores sociales, geográficos y económicos que permitan conformar una solución integral y sostenible.