La dificultad para acceder a un primer empleo, la precariedad laboral y el elevado precio de las viviendas hace que un 81% de los y las jóvenes de entre 16 y 29 años sigan viviendo en casa de sus familiares o tengan que compartir piso. No tener un empleo de calidad supone que los y las jóvenes no podamos emanciparnos y por tanto poder desarrollar un proyecto de vida digno. Hoy 12 de agosto, Día Internacional de la Juventud, la fotografía refleja una realidad aterradora que nos recuerda un año más que para la juventud española está casi todo por hacer.

Durante estos años, la crisis ha sacudido de manera convulsa a gran parte de la clase media y trabajadora de este país. La mayoría de trabajadores y trabajadoras han visto reducidas sus retribuciones anuales, pero hay un colectivo que lo hemos sufrido con mayor intensidad: la juventud. El 55% seguimos teniendo un contrato temporal con una media de 940€ mensuales y los menores de 30 años tendríamos que hacer uso de más del 90% de nuestro sueldo para poder alquilar una vivienda.

Además, muchos son los problemas que nos movilizan especialmente a los jóvenes, como la eclosión del movimiento «Fridays for Future». Tal vez sea este salto generacional el que provoque que veamos el cambio climático como uno de los desafíos más importantes a los que nos enfrentamos a nivel mundial y necesitemos generar conciencia del grave problema que tenemos y que afecta a nuestro planeta. No se trata solo de que esté en juego nuestro futuro, sino también nuestros salarios, pensiones, sanidad, etc.

Otro de los retos a los que asistimos los y las jóvenes de hoy en día es al uso fraudulento de los contratos en prácticas no laborables que afecta a medio millón de jóvenes. Los sindicatos mayoritarios hemos peleado y finalmente hemos conseguido introducir la negociación de un estatuto de las prácticas no laborables. Aun así, es a todas luces insuficiente y seguimos reclamando que se establezca un desarrollo de las practicas no laborables curriculares y la eliminación de las extracurriculares.

Igualmente, en UGT hemos venido reclamando durante estos años la necesidad de derogar la reforma laboral para reequilibrar el marco de relaciones laborales y avanzar hacia el cambio del modelo productivo que este país necesita, retomar la negociación colectiva, con la prevalencia del convenio sectorial y seguiremos reclamando que el salario mínimo interprofesional sea de 1.000€ en 2020.

Históricamente, los y las jóvenes siempre hemos sido los impulsores de los cambios, de las reformas, y la juventud de esta generación no vamos a ser menos. Venimos de una situación de crisis, en la que hemos sido los más perjudicados, pero ello no es excusa para no revertir esta situación. No tenemos que ser conformistas, el cambio que necesitamos ahora es posible, solo tenemos que ver el ejemplo de nuestros mayores. Los jóvenes del ayer son lo que nos pueden enseñar el camino para reivindicar unas condiciones de trabajo dignas y afortunadamente en UGT contamos con su colaboración. La juventud ugetista siempre hemos sido la punta de lanza, y no vamos a renunciar a nuestro papel en la sociedad.