Entre los artículos publicados (y que he podido leer) sobre la exhumación de Franco -que son varios a la fecha y serán un montón hasta el 20 de noviembre y después-, hay uno altamente significativo: El titulado Heridas abiertas, de Gustavo Álvarez Gardeazábal (GAG), laureado y polémico escritor colombiano nacido en Tuluá en 1945. La significación, más que por la procedencia, es por la coincidencia de su opinión con lo más rancio de los restos del franquismo que siguen vivos encarnados en VOX, el emergente partido de la ultraderecha española. Como muestra, valgan solo dos párrafos de un texto que destila un sectarismo más burdo y agrio que el que le conocí hace 50 años en la Universidad del Valle:

La salida de los restos mortales del generalísimo Francisco Franco del Valle de los Caídos es echar limón con sal en la herida que dejó abierta la guerra civil de 1936, que por tres años dividió una vez más a España y al mundo, la enfrentó imbécilmente con su futuro y puso de nuevo a los españoles a repetir lo que mejor han hecho en su historia: declararse por cualquier motivo la guerra entre ellos.

Que no haya sonido de trompetas ni tambores para el hombre que comandó el ejército vencedor de la contienda, es una vergajada españoleta. Que no le dejen poner siquiera una bandera al ataúd que lleva los restos de quien enarboló ensangrentada o no la insignia de su patria por más de 50 años, es una bellaquería.

Leer lo anterior, después de alusiones al trapo socialista derrotado en la cruenta guerra; o a que Pedro Sánchez ha vuelto a ondear la enseña del odio, alimentando sentimientos de venganza que tan a flor de piel tienen los españoles y que nosotros, los colombianos, heredamos en nuestros genes, me ha producido una revuelta cascada de pensamientos y sentimientos que comparto en las siguientes líneas:

- Confirmación de que la ignorancia es atrevida pero que el sectarismo es peor: Ignorar que los restos de Franco reposaban indignamente en un mausoleo construido por presos políticos, junto a los de miles de víctimas no solo de los tres años de la guerra civil, sino de los casi 40 de una dictadura feroz -muchas de las cuales siguen en fosas comunes o en cunetas-; que la exhumación del dictador llega con retraso, aprobada por el Congreso en 2017 (con abstención del PP y de ERC) y tras varias fechas aplazadas por recursos de la familia hasta la resolución definitiva del Tribunal Superior de Justicia, no solo es ignorancia; es bellaquería.

- Constancia del profundo humanismo cristiano de las palabras del Papa Francisco -lejos de palios cómplices con dictadores-, en respuesta a una pregunta de Jordi Évole en Salvados sobre los restos de republicanos/as que aún permanecen en cunetas: Nadie puede sonreir al futuro mientras esconda sus muertos. Sabias palabras complementadas por las certeras de Cristina Almeida en La Sexta: Cada fosa que se abre es una herida que se cierra.

- Memoria de dos momentos vividos en València con enorme expectación ante la pantalla del televisor: La noche del 23 de febrero de 1981 (en casa de mi hermana), esperando que aquello (el golpe de Antonio Tejero) saliera mal; hasta el descanso con la intervención del Rey. Y la mañana del 24 de octubre de 2019 (en mi casa), esperando que aquello (la exhumación de Francisco Franco) saliera bien, hasta el descanso con la intervención del Presidente.

Además de la fantasmagórica aparición del mismísimo Tejero en el cementerio de Mingorrubio con el cura (su hijo) y rodeado de caras al sol y banderas franquistas, con lo que alucino en colores es que el trámite de esta reparación histórica y triunfo de la democracia, sea homenaje indebido o teatro electorero para Pablo Iglesias, ERC y PNV, intolerable profanación para la familia Franco, y cortejo falto de trompetas y tambores para GAG y VOX. Me quedo con las imágenes de sobriedad, necesaria seguridad y obvio respeto (fúnebre) del acto, compartidas con millones de personas en España, Iberoamérica y todo el mundo.

- Aunque hay más, el último pensamiento/sentimiento a compartir, es la esperanza de que el evento del 24-O sirva para seguir cerrando heridas no solo de la guerra civil española, sino de otras guerras y violencias en Iberoamérica que, pasando por las internas de Colombia y otros países, se remontan a las de independencia, hace 200 años, contando con que el conflicto en y con Catalunya termine en un fraternal acuerdo entre catalanes y entre españoles. Ja vorem…