Ahora que vivimos en la era de lo verde, y que la etiqueta bio y eco están tan de moda. Ahora que vivimos en un greenwashing (o del maquillaje verde) permanente, ningún partido político que se preste daría unas simples pinceladas de color verde a sus programas electorales. Casi todas las noticias que nos afectan y nos preocupan, y que vemos cada día en los periódicos o telediarios tienen un hilo que, de tirar de ellos, nos llevarían a un mismo lugar, la crisis ecológica. Por tanto es el momento de las políticas verdes de transformación valientes y comprometidas.

Cuando hablamos de cambio climático no hablamos únicamente de salvar el amazonas o de salvar los osos polares -que también-; cuando hablamos de cambio climático estamos hablando del blindaje de nuestros derechos y de hacer frente a la Emergencia Climática. La lucha del siglo XXI son las lucha por los recursos: el agua, los alimentos, la energía… como bien nos avanzó Naomi Klein en la Doctrina del shock. En ese marco deberíamos contextualizar muchas de las grandes protestas que están teniendo lugar en diversos puntos del planeta.

El hasta ahora considerado como «paraíso latinoamericano», es ahora mismo un hervidero de tensión. Chile ha decretado el Estado de Excepción Constitucional, los militares han vuelto a la calles a reprimir a manifestantes, y las cifras de muertos se elevan a la veintena. Imágenes que no se veían desde los últimos años de la dictadura en que Augusto Pinochet estuviera al frente del país. Tal ha sido la tensión que la XXV Conferencia sobre Cambio Climático -COP25- prevista del 2 al 13 de diciembre en Santiago de Chile ha sido cancelada y cuyo objetivo era mantener el aumento de la temperatura global respecto a los niveles preindustriales limitándolo al 1,5ºC.

Las manifestaciones y protestas son el reflejo de la lucha diaria que la mayoría de la sociedad chilena debe afrontar para satisfacer sus necesidades básicas. El desencadenante de lo que está ocurriendo en Chile viene dado porque millares de jóvenes salieron a la calle de manera masiva a principios de octubre para decir basta al aumento del precio del metro. Más allá de los 30 pesos del aumento del precio del transporte, Chile protesta por la deriva de las políticas llevadas a cabo en los últimos 30 años.

En definitiva, son protestas frente a las políticas puestas en marcha durante el régimen de Augusto Pinochet y que han tenido continuidad una vez alcanzada la democracia donde han sido privatizados servicios de primera necesidad como el agua, la sanidad, la educación o el sistema de pensiones. Un escenario que podía darse en España vistas las políticas llevadas a cabo por algunos de los partidos que se presentan en estas elecciones allí donde gobiernan. Pensamos por ejemplo, en la privatización de las empresas energéticas, el oligopolio eléctrico y por qué no decirlo, de las personas que están sentadas en los consejos de administración, altos excargos y líderes de empresas de sectores estratégicos y que en su día fueron públicas como dos expresidentes Aznar y González.

No se puede pretender desligar políticas sociales, modelo económico y emergencia climática. En realidad de lo que estamos hablando es de democracia, de participación, de transparencia y de derechos humanos. No es viable albergar una Cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Un gobierno que no respeta la democracia ni las garantías constitucionales, que saca a los militares a las calles y comete violaciones de Derechos Humanos asesinando a civiles, no está legitimado para albergar una cumbre sobre cambio climático.

Desde el año 1994 se llevan celebrando las Conferencias sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas sin interrupción alguna. Si bien los resultados de las mismas no han alcanzado lo que considerábamos necesario desde Compromís, el hecho de que haya por primera vez una renuncia del Estado anfitrión, podría considerarse la cancelación como un grado más en la escalada de la tensión de la que nos alertaba Naomi Klein.

Mientras escribo las últimas líneas de este artículo se anuncia el ofrecimiento de España para acoger la cumbre del clima de la ONU a la que renuncia Chile. Estoy segura que para esas fechas tendremos un nuevo gobierno donde la presencia de Compromís será garantía de políticas reales, valientes y comprometidas ante la emergencia climática.