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Falta o bona

R. Ventura-Melià

En la cuerda floja

La gran pregunta que se hacen todos los españoles desde hace días es si tendremos Gobierno, cuándo y cuánto durará. La quiniela está más enrevesada que nunca. Y cuesta entender porque se ha llegado a este punto tras dos elecciones generales (más las europeas y las autonómicas y las locales).

Hoy se reunirán los comités de negociación del Psoe y ERC en la Cortes. El partido catalán sabe de sobra que tiene en su mano la llave de la investidura de Sánchez como presidente de Gobierno. Así que desde hace días ha ido jugando sus cartas y apretando con sus condiciones.

Los militantes de estas (y otras) formaciones han ido votando por el acuerdo de los socialistas y Unidas Podemos, con alta participación, que no deja de ser muy favorable. No han faltado críticas a las fórmulas empleadas, por falta de concreción o no haberse explicado a fondo las intenciones y el programa o la composición de ese futuro (tal vez) Gobierno.

Pero conforme Esquerra Republicana de Catalunya ha ido por boca de sus portavoces justifican do su posible paso -trascendental en este momento de España- y añadiendo exigencias todo parece enredarse y estar en el aire. Es más, unos y otros hacen verdaderos malabarismos en la cuerda floja.

Las razones son múltiples. Porque ERC mira primero a sus intereses en Catalunya y en la posibilidad de las elecciones autonómicas, que serán para ellos cruciales. Y tanto JuntsxCAT como los antisistema les someten a un juego endiablado de presiones. Los de la CUP tienen ahora representación parlamentaria en Madrid y no han ido a facilitar la gobernabilidad a nadie, así lo han expresado. La representante de Coalición Canaria lo expresó meridianamente por lo que hace a ERC y sus intenciones, como no podía ser de otro modo.

Es lo que ha cambiado entre el 28 abril y el 1º de noviembre, que los socialistas y los podemitas han salido debilitados. Gabriel Rufián lo ha dicho de forma más fuerte nada más llegar al palacio de la carrera de san Jerónimo. Como está derrotado y debilitado se sentará en la mesa de negociación. Este extremo figura en el último párrafo de un artículo que ha publicado hace dos días su secretario general y que en substancia sí que mantiene este horizonte, aunque lo adornó con todas las reivindicaciones pendientes de los independentistas, fuertes en el fondo y en la forma. Lo que no es nada cordial o de una franqueza que desarma, pero que sirve para aumentar la presión y justificarse frente a Torra y Puigdemont, que no dejan de azuzarles. De algún modo se juegan le poder a una serie de jugadas en dos tableros que se complementan, Catalunya y España.

El diputado de ERC ha tenido todo el protagonismo que desea y hoy lo volverá a tener. Ha dicho dos verdades; «quitamos y ponemos Gobiernos de España». Cambó no lo diría mejor. Y si tenemos en cuenta que tienen unos 8.000 militantes es la geometría electoral y la atomización de las Cortes las que le dan ese gran poder efectivo. Su abstención es imprescindible ya que ni el PP ni Ciudadanos están por la labor. Ciudadanos ha quedado diezmada y Arrimadas prefiere sostenella e no emmendalla.

En estas circunstancias se encuentra la posibilidad y la dificultad de que se forme un Gobierno y no tengamos que ir por tercera vez a la urnas, lo que nos dejaría ante un precipicio (estamos entre dos malas soluciones). En la cuerda floja.

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