El problema de ser Mena (Menor Extranjero No Acompañado), es el de desposeer de las necesidades (básicas, protección, emocionales, formativas) de desarrollo hacía la vida adulta. ¿Qué es un MENA? Solamente la fonética jurídica atemoriza y nos aleja de su verdadera realidad: menores que abandonan su Hogar para colarse en algún hueco de un camión fronterizo en busca de oportunidades. Niños y niñas de instituto que están en una patera jugando a ser mayores porque sobre sus hombros recae una responsabilidad familiar: la desleal opción de dejar de ser pobres.

Su infancia se fragmenta en pequeños pedacitos de los que solo quedan recuerdos, y el sueño de volver a casa con regalos para sentir el orgullo de su madre. En su proceso vital de formación, exploración, y referencia, encuentran mafias, golpes y extorsión. Viven en la calle, acelerando una vida adulta sin Hogar y sin recursos. Dejan de tener amigos para tener compañeros, dejan de soñar con lo que quieren ser de mayores, dejan de confiar. Asumen que su destino queda en manos de la suerte, de la suerte de conocer a alguien que les ofrezca una oportunidad.

Cuando un menor extranjero no tiene documentación, su cumpleaños se borra. Pasa automáticamente a haber nacido 01/01 del año que se le asigna; no vaya a retrasare el regalo de cumpleaños cuando cumpla la mayoría de edad: dejar de estar tutelado (sin permiso de trabajo, sin vivienda, sin apoyos) y otra vez la suerte. Si tienes mucha, pero que mucha suerte, puedes optar a un trabajo a jornada completa, de un año de duración, con el que poder obtener el permiso de trabajo (temporal); si tienes mucha suerte, puedes acabar residiendo en alguna Entidad Social. Y si no tienes suerte, puedes acabar en un CIES (Centro de Internamiento para Extranjeros), deportado, o siendo nómadas en la calle.

Por otro lado, vemos que este drama social es utilizado como caballo de Troya para argumentar distintos problemas sociales. El extranjero, sobre todo si es pobre, tiende a ser calificado como nuestro enemigo, porque son distintos de nosotros y siguen costumbres que no son las nuestras. La vulnerabilidad social con la que vivimos la quimera de las oportunidades, provoca en algunas personas, el temor o la indignación de que las ayudas o el empleo «nos las quiten los de fuera». Este argumento corre como la pólvora a criminalizar a las y los menores extranjeros de los fallos sociales del sistema: deslocalización productiva, precariedad laboral, fragmentación del Estado de Bienestar; pérdida de derechos sociales y laborales, flujos migratorios por desigualdades, hambrunas, guerras…

Si una persona sin documentación, no tiene derecho a abrir una cuenta bancaria, y dicha cuenta es uno de los requisitos para percibir cualquier prestación. ¿Dónde y cuándo va a ingresar la ayuda? ¿De verdad creen que un adolescente de dieciocho-veinte años sin permiso de trabajo, y escasas o nulas competencias socio-profesionales, es rival en el mercado laboral? ¿De verdad creen que estos niños y niñas son nuestro enemigo y no nuestra responsabilidad?