Con Amanece que no es poco, el grande de José Luis Cuerda nos abría una ventana a su surrealismo particular. Una visión de lo absurdo desde lo cotidiano pero con una profundidad llena de humanismo. Todo un legado que nos hace reflexionar en este complejo momento de la política nacional. Complejidad que atañe también a lo local, a lo próximo, a lo cercano. A los propios instrumentos de una Democracia que sufre su particular coronavirus. Una Democracia debilitada tras tan solo 40 años y cuestionada por todos aquellos que se han aprovechado de sus bondades, para destruir el sistema desde dentro. Vivimos tiempos donde se cuestiona todo. Cuestionamos lo contingente y cuestionamos lo necesario.

Ya tenemos nuestra «primavera española». Galicia y País Vasco mueven ficha para no verse arrastrados por la ciclogénesis Catalana. Mientras, por estas tierras valencianas seguimos negando la mayor, obviando los graves problemas que padece la principal organización política de este territorio, en manos de Gestoras «cómodas» que ya han agotado su crédito. Como el Zapatero de sus mejores tiempos, los actuales responsables cierran filas para defender lo indefendible. Los números cantan y tratar de hacer caso omiso a lo obvio es todo un error estratégico. Lo obvio es confundir lo contingente de lo necesario.

La militancia, esa figura invisible para la actual «nueva política» rumia desde todos los rincones de la provincia. Un atronador silencio que manifiesta la estupefacción ante la inacción de aquellos que deberían anteponer siempre, los intereses generales a los individuales. Los proyectos como Partido a los proyectos personales, por muy legítimos que estos sean. Una «nueva política» que venía a cambiar el mundo y que al final ha demostrado la vacuidad de sus argumentos, rompiendo con todo lo anterior, como si ellos no formaran parte de un mismo proyecto. Un proyecto que hemos levantado entre todos. Un aburguesamiento que busca culpables dentro, en vez de someterse a una eficaz autocrítica, sin levantar muros de auto complacencia.

Malbaratar una herencia dirían por esta tierra. Una patada hacia adelante sin ninguna estrategia, salvo autoprotegerse, renunciando a aquello que es imprescindible, una militancia activa. Así lo vería el sabio manchego, todos somos contingentes, pero tú militante-afiliado-simpatizante eres necesario, imprescindible. Ese es el algoritmo que la «nueva política» sigue sin entender, en toda su simpleza y complejidad. Un rumor que va creciendo, lento pero contundente. Pueblo a pueblo, comarca a comarca. Los que llevamos mochila y horas de carretera sabemos de lo que estamos hablando. La sesgada visión desde la metrópoli no nos vale, por mucho que así se lo intenten vender a los Medios y estos, algunos, les sigan el juego.

La debacle electoral, porque así hay que definirla, exige Congresos para reparar toda una maquinaria que ha gripado. Una maquinaria electoral debilitada. Como muestra, de más de 20.000 interventores/apoderados del PPCV en 2014, más de 9.000 en la provincia de Valencia, en 2019 la «leva» se ha quedado muy lejos de alcanzar tan solo 4.000 valientes. Todo un síntoma que se sigue obviando, confundiendo lo contingente con lo importante. Ximo Puig lo sabe y es consciente de esa debilidad. Mientras el Partido Popular de la Provincia de Valencia siga en modo «No Partido», el Botànic continuará cómodo en su desgobierno, desmontando todo un legado de infraestructuras y servicios que pusieron esta tierra a la cabeza de la locomotora española, con gobiernos Populares.

La importancia de los dos procesos electorales del Domingo de Ramos está fuera de toda duda, a lo que se suma el incierto escenario catalán, también pendiente de apretar el botón rojo. Un botón rojo que condicionará toda la economía española, que ya se resiente, por la vía del control de los Presupuestos Generales del Estado. Pero ello no es óbice para rehuir la responsabilidad y acometer los cambios necesarios para devolver la ilusión, esperanza y compromiso a esa militancia que sigue viendo como las estructuras les siguen considerando contingentes desde posturas cargadas de surrealismo letal. Los resultados están ahí. La tendencia sigue su curso. Los remedios no han funcionado. Aún a pesar de Tezanos, el PSOE está por encima de los 20 puntos de diferencia del PP. En las primeras elecciones donde estrenamos la marca PP, en 1991, sacamos el 28% de los votos. Con Paco Camps de Presidente alcanzamos el 53%. En las últimas autonómicas nos quedamos en el 19%. Ahora nos dan por debajo del 14% Nunca los resultados del PPCV y por ende los de la provincia de Valencia fueron inferiores a los del conjunto de España.

Ahora, el último CIS nos da 6’4 puntos por debajo de la previsión del PP nacional. Es el momento de reaccionar.El momento de acometer lo necesario y aparcar lo contingente. No podemos ponernos una venda en los ojos y negar la mayor ¿Que no hay motivos para convocar el Congreso Provincial?