Afirma Almudena Hernando en su libro La fantasía de la individualidad (Traficantes de Sueños, 2018) que «mientras no se reivindique que la emoción y los vínculos juegan un papel tan importante como la razón y la individualidad en la construcción de los mecanismos de seguridad de la modernidad, que el individuo no se sostiene sin la comunidad ni la razón sin la emoción, no será posible cambiar el orden social, y sólo se estará contribuyendo a reforzar la lógica que lo ha guiado hasta ahora».

Nos movemos en unos marcos vitales en los que razón y emoción se perciben como opuestos, la opción por lo emocional se concibe en oposición a la opción por lo racional. Sin embargo, quienes nos hemos formado como personas en ese magma de vida y compromiso que son los movimientos sociales sabemos que es imposible disociar emoción y razón, que sin la combinación de ambas es imposible mantener un compromiso consciente y útil. De alguna manera, ese mismo impulso, articulador de razones y emociones diversas estuvo en el origen de Podemos; ese fue el impulso que lo hizo crecer, y que nos ha mantenido unidas, en los momentos adversos, que también los ha habido.

La oposición radical entre lo individual y lo colectivo también nos lleva a formular juicios erróneos sobre las motivaciones, el significado y las implicaciones de nuestras decisiones. Nunca somos entes individuales puros, nuestra identidad está construida, y reconstruida, por nuestros afectos, los que somos capaces de dar y, sobre todo, de recibir. No habría sido posible mi trayectoria, ni ninguna otra, sin el soporte de un existir colectivo, y más siendo mujer sorda haciendo política en un mundo de oyentes. En donde los espacios informales son lugares lejanos y de acceso difícil.

De mí -espero que entre otras cosas- se recordará que he sido la primera parlamentaria sorda en el estado, pero es un recuerdo que no solo me incumbe a mí, es un logro de todos los colectivos junto a los que he crecido, es un logro de este partido, Podemos, que creyó y cree firmemente en la igualdad y, finalmente, es un logro de toda una sociedad que, a pesar de sombrías amenazas de retroceso, camina en esa dirección.

Hoy vuelvo a dar un paso adelante, otra vez en este proyecto que canaliza mi razón y mi emoción política, Podemos, y otra vez, con la conciencia de que este paso sólo tiene sentido si se da en común . El camino de la política en la que creemos es el camino de lo colectivo, de lo común. Es un camino guiado por la cultura de los cuidados. Nuestros aprendizajes, en el pasado y en el presente, nos han enseñado que ningún paso significativo es posible darlo en soledad. El Podemos que queremos es un partido, pero también un espacio de gentes que se unen para trabajar, para aportar a la construcción de una sociedad mejor. Queremos transformar las políticas públicas, y la herramienta de partido-movimiento lo hace posible.

Desde estas premisas se ha construido la decisión que me ha llevado a estar en los medios esta semana. Es una decisión tomada desde lo colectivo, una decisión en común que concreta una demanda colectiva: la voluntad de contribuir a una lista unitaria. En el deseo de un proyecto feminista, donde las propuestas vengan del trabajo colectivo de todas y todos los militantes, donde asumamos que este espacio es de todas y que no sobra nadie . Tendemos la mano a todas y a todos los representantes, con los que hemos hablado y tenemos la responsabilidad de seguir hablando para llegar a encontrarnos. Con una propuesta fuerte y cohesionada, un partido con tres patas: la militancia en un partido abierto, en construcción y fuerte. Con el apoyo a las compañeras en Corts Valencianes, para que defiendan nuestras reivindicaciones y frenen las políticas de la ultra ultraderecha que quieren volver a los tiempos oscuros. Y gobernando e implementando estas políticas que mejoran la vida de la gente. Es para ello que necesitamos un partido que arrope y marque la hoja de ruta a seguir. Sólo así podremos demostrar que el «sí se puede» es mucho más que una arenga de deseo compartida: es la concreción de lo que logramos cuando caminamos.