Tal día como hoy del año 1537, el emperador Carlos I ordenó que «las compañías viejas del mar de Nápoles», se incorporaran permanentemente a las naves de la escuadra. Quedó así fundada la Infantería de Marina más antigua del mundo.

Antes. Este espaldarazo oficial tiene profundas raíces. Centrémonos en las más trascendentes. La participación de los hommes de guerre en la reconquista de Sevilla; el desembarco en la retaguardia de los beréberes en la decisiva batalla del Salado (1340); la presencia de infantes en la expedición de Cristóbal Colón en el descubrimiento de América, como consta en su diario de navegación; la acción del cardenal Cisneros frente al peligro islamista (Orán, Trípoli, Argel…) Sin duda los antecedentes de mayor impacto histórico son los hommes de guerre de la flota castellana, que Alfonso X dividía en «alieres y sobresalientes» según su puesto de combate. Dominaron el mar del Norte, durante dos siglos, vencieron en la batalla naval de Rochelle (1419), a la liga Anseática llegando a asolar el sur de Inglaterra Dartmouth, Lewes, Folkestones… y a remontar el Támesis. También los almogábares de la corona de Aragón, fuerza expedicionaria que dominó el Mediterráneo, a los que hasta los peces tenían que pedirles permiso. Llegaron hasta Artaki, Gallipolis, Nápoles, Sicilia, Córcega, Islas Jónicas, Filadelfia, Antioquía, Karaman, Tracia, Tebas, Atenas… Caudillos impertérritos fueron Roger de Lauria, Roger de Flor, Ximénez de Arenós.

Después. Siempre en vanguardia de la historia, interviene decisivamente en la trascendental batalla de Lepanto. Uno de sus soldados más ilustres, Miguel de Cervantes, deja testimonio del riesgo heroico del abordaje. Se salva Europa del islamismo. Sigue con la conquista de América, que es una plétora de operaciones anfibias, para luego ser columna principal de su defensa, frente a los intentos ingleses, holandeses y de Estados Unidos (La Habana, Santiago de Chile, Daiquiri, Salomé, Buenos Aires, Toluku, El Callao, Guantánamo…). Filipinas (Cabite, Mindanao, Luzón, Ton Kin, Cebu…). Símbolo imperecedero fue Cartagena de Indias. El almirante Blas de Lezo, al mando de seis navíos y 3500 soldados (de ellos 400 Infantes de marina y 600 marineros) infringió una tremenda derrota al almirante inglés Vernon y el general de marines Wentworth, al frente de 200 naves y 35000 hombres. Sigue luchando en la guerra de la independencia. Los generales Bleque y Blanco a su mando resaltan su «bizarría y bravura». En las guerras carlistas (se concede a la Infantería de Marina la laureada colectiva batalla de San Pedro de Abanto). En la vanguardia en el desembarco de Alhucemas, que pacificó Marruecos. El cabo Louis culmina la lista de laureados, con su heroica acción en el hundimiento del crucero Baleares. Ahora resalta su ejemplar participación en las misiones de paz y ayuda humanitaria en Bosnia, Afganistán, Irak… Si importante es su acción, lo es también su quehacer diario. El privilegio de ser parte de la guardia real, la guarnición de los lugares y dependencias de la Armada, su inmediata operatividad en diversidad de escenarios (tercio de armada, comandos de destrucción y apoyo, buceadores anfibios, escaladores de acantilados, equipos de información y transmisiones…). Todo ello en un permanente entrenamiento y permanente adaptación a los cambios que dictan la integración internacional, y los avances técnicos (barcos de colchón de aire capaces de desembarcar material pesado, tractores anfibios, helicópteros de desembarco, aviones de despegue vertical) y de forma muy especial lo que respecta a los nuevos sistemas de información y transmisiones, con sigilo y rapidez (drones, robótica, inteligencia artificial, nano robótica…) Todo ello, con el objetivo permanente de potenciar sus propias características, que ya lo son inherentes, pues ya constituyen carácter, como los sacramentos. Se trata de su exigencia de ser valientes por tierra y por mar, de como establecen sus particulares reales ordenanzas (1868), los primeros en el ataque y los últimos en la retirada, de ser «el puño de hierro de la Armada», de mantener su estilo, que como dice Marquina, «obedece, lucha, vence o muere».

Siempre. La Infantería de Marina Española, estará siempre al servicio de la Integridad territorial, la unidad y la proyección mundial de España.