El enfermo que es ahora mismo en su conjunto la sociedad española necesita aislarse en su casa, comer bien y reponerse. Afrontar la crisis del coronavirus pasa por asegurar la atención sanitaria y la alimentación. Las autoridades no deben, no pueden obligarnos a elegir porque ambas metas son casi igual de prioritarias. Se impone hacer un esfuerzo para compatibilizarlas. La ausencia de medidas en algunos casos, la improvisación o la falta de coordinación y de criterio único están introduciendo al sector hortofrutícola en general y al citrícola en particular en un caos creciente en el que cada día es más complicado mantener la actividad. Queremos responder al reto sanitario y garantizar al mismo tiempo el suministro a España y a toda Europa pero necesitamos el auxilio y la comprensión de nuestras autoridades a todos los niveles: en el campo, en la recolección -que cada día se dificulta más-; en los almacenes de confección -donde también se han tomado medidas excepcionales de bioseguridad- y en el transporte internacional hacia los puntos de venta europeos -en el que los sucesivos cierres de fronteras están ralentizando las entregas cuando no provocando rupturas de stock-.

Repasar a estas alturas el listado de incidencias, de anomalías derivadas de las decisiones cuarentenarias tomadas unilateralmente sin orden ni concierto por los Estados miembros, asusta. Los transportistas, más allá del riesgo que asumen y de la incomodidad para encontrar en sus trayectos, lugares de descanso o donde poder comer, están teniendo que enfrentarse a colas en no pocas fronteras. Eucofel, la patronal hortofrutícola europea donde nos integramos tanto el CGC como Fepex, ha solicitado a la Comisión Europea que flexibilice las condiciones de transporte de frutas y hortalizas en la UE para agilizar los envíos a los mercados comunitarios. En concreto, se reclama al ejecutivo comunitario que siga los pasos del Gobierno español y suspenda la aplicación de determinados aspectos normativos relativos a la flexibilización de los tiempos de conducción. Lograr tal cosa y más aún, facilitar corredores especiales para que circulen los camiones con perecederos a su paso por las nuevas fronteras sanitarias ahora levantadas será la única manera con la que poder salvar las medidas que los Estados europeos han implantado.

Al calor de la declaración del estado de alerta ha habido un fuerte repunte de la demanda de cítricos. El acopio compulsivo de alimentos se calma a medida que los consumidores confirman que los estantes vuelven a reponerse. Ahora estos picos están trasladándose a otros países del norte de Europa que siguen nuestra estela. Tras haber sido presionados por la distribución española ahora es el turno de la europea. El fenómeno amenaza con repetirse pero, para evitar males mayores, necesitamos que los lineales de Alemania, Francia, Bélgica o Austria se vuelvan a llenar cada día.

Y no lo lograremos si a las dificultades del transporte internacional le sumamos ahora las del transporte local, en este caso los desplazamientos de recolectores. La dispar interpretación que están haciendo las autoridades y los agentes de la policía o la Guardia Civil sobre la modificación del RD que declaró el Estado de Alarma -que prohíbe los desplazamientos con acompañantes en los vehículos, salvo en determinadas condiciones- ha amenazado estos últimos convulsos días con interrumpir el suministro a los almacenes de confección. Que la 'sangre no llegue al río?.