«La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos faltan»

(Henri Becque)

La crisis sanitaria del Covid-19 por todos conocida, pandemia mundial, ha generado una prolífica normativa jurídica de diferente rango, cuya recopilación y sistematización no sólo se ha afrontado por el BOE, con eficacia y brillantez, sino por todas las editoriales jurídicas, con el encomiable propósito de poner orden a esa ingente motorización normativa, casi selvática y, sin duda, vírica.

La multiplicación de normas e instrucciones, su diversidad y la difícil asimilación por la ciudadanía que tiene que conjugar esa fuente jurídica oficial con las variopintas y en numerosas ocasiones contradictorias informaciones de prensa, nos obliga a pedir sosiego, paciencia, y un poco de sentido común a las respuestas que se están dando, algunas de ellas no exentas de cierto histerismo, frente a la emergencia sanitaria que padecemos.

Ante todo, no es la primera vez ni será la última que la Humanidad se enfrenta a retos de dimensiones universales, en las que el carácter apocalíptico invocado por algunos prende como semillas diabólicas en el seno social para desembocar en soluciones totalitarias so pretexto de perseverar un fin supracolectivo, léase Patria, Dios, Raza, ahora Salud Pública, fin que justifica la quiebra de los derechos fundamentales y libertades públicas que desde el siglo XVIII han ido cristalizando en lo que hoy llamamos Estados Sociales y Democráticos de Derecho.

Pero, sin descartar en modo alguno las necesarias y también obligadas medidas que deben adoptarse para perseverar la Salud Pública, sobre la que existe legislación específica, no debemos olvidar que siendo importante aquella es más esencial la Salud Democrática. Ya Cicerón afirmó «Salus populi suprema lex est».

Así, el Estado de Derecho en nuestra Era Digital, cada vez más convertido en un Estado digital de Derecho, debe actuar frente a derivas totalitarias tendentes a esa distopia imaginada por George Orwell en 1947 con su famosa novela 1984, que se está convirtiendo en una lacerante realidad, para proteger los derechos fundamentales y las libertades públicas, es decir, la Salud Democrática contra el virus del totalitarismo, mucho peor que el Covid-19. ¿Cuántos millones de muertes dejaron las dos Guerras Mundiales fruto de los totalitarismos? ¿Cuántos millones dejan las guerras presentes?

No tengo dudas que ganaremos la batalla al Covid-19 y que la Salud Pública será restablecida pero ¿qué pasará con nuestra Salud Democrática? Salud que no sólo es competencia de los Poderes públicos, que me consta están comprometidos como nuestro gobierno y, en especial, el ministro de Justicia Campo, sino que así como la Salud Pública que ahora nos tiene confinados es competencia de todos, igualmente lo tiene que ser la Salud Democrática. Porque, parangonando el slogan, tu salud democrática es la salud democrática de todos. Si te cuidas tú, cuidas a los demás. Salud democrática, no lo olvidemos. Nos va la vida en ello. Porque como dijo Unamuno, «la libertad es un bien común y, mientras no participen todos de ella, no serán libres los que se creen tales».