Si crees que la Unión Europea es inútil, prueba a estar fuera de ella en una situación como esta.

En las últimas semanas, la UE ha tomado medidas para las que en la crisis de 2008 tardó meses o años. Entonces, muchos sintieron que ni sus instituciones ni Europa les protegían cuando los necesitaron y crecieron la desconfianza y la indignación. Ese fue el terreno abonado para el resurgir de las fuerzas populistas, nacionalistas, disgregadoras, xenófobas, autoritarias y antifeministas.

Las prioridades son ahora curar a los enfermos y evitar nuevos contagios, asegurar las condiciones de vida de los más desprotegidos, estabilizar la economía salvando todos los empleos posibles y preparar el relanzamiento.

Es imprescindible una respuesta que no deje a nadie atrás. Esto es lo justo y como diría Jeffrey Sachs, es el precio de la civilización.

En pocos días, la Unión ha actuado rápidamente y en la buena dirección: 240.000 M€ del MEDE en créditos a los estados para reforzar los sistemas públicos de salud; 200.000 M€ del BEI para avales a empresas, 100.000 M€ para sostener las rentas de los trabajadores, autónomos y PYME y casi un billón de euros movilizado por el BCE para comprar deuda y evitar que se dispare nuestra prima de riesgo. Una financiación que necesitamos ahora y que fuera de la unión monetaria, hubiera tenido un coste mucho más elevado. También se ha flexibilizado rápidamente el marco de estabilidad y se han relajado las normas sobre ayudas públicas a las empresas para mantener la actividad y el empleo.

Pero la normalidad no se podrá recuperar hasta que no se disponga de un tratamiento seguro o de una vacuna eficaz y al alcance de todos. Esto es especialmente importante para el sector turístico. Pese a los grandes esfuerzos que se están haciendo en investigación, las previsiones indican que ni la vacuna ni la medicación podrán estar disponibles este año.

Una vez afrontadas las urgencias, la Unión debe desplegar un acuerdo cuanto antes para poner en marcha un Fondo de Recuperación que permita arbitrar medidas de inversión a gran escala que aseguren una salida sólida, sostenible y lo más rápida posible. Este «plan Marshall» europeo -reivindicado desde el primer momento por el President Puig - no podrá llegar de fuera como en 1948, sino del corazón de la propia Unión.

La UE ha de responder a todo lo que le exigimos gestionando un presupuesto del 1% de la renta nacional bruta europea y es el momento de avanzar hacia el 2%. Los gobiernos tendrán que aceptar incrementar sus aportaciones y no será un acuerdo fácil.

Además, no es posible seguir con el empecinamiento de algunos sectores de los países ricos en relación con los coronabonos o con alguna fórmula de mutualización de la deuda. El Parlamento Europeo ha marcado el camino por amplia mayoría y en julio se inicia la presidencia alemana de la Unión que debería ponerse al frente. También se ha revelado, con rotundidad, la necesidad de avanzar en el Pilar Social Europeo para proteger a los trabajadores y trabajadoras y revertir la precariedad y la pobreza -especialmente la infantil-.

Los europeos teníamos importantes desafíos que siguen ahí. Las desigualdades, la crisis climática que provoca crecientes desastres naturales especialmente en el Mediterráneo (recientemente en la Vega Baja), el debilitamiento del crecimiento o la necesidad de impulsar la digitalización y la innovación para no seguir quedando rezagados frente a oriente.

Como ya ha señalado Franz Timmermans, tenemos que desarrollar más decididamente que nunca el llamado New Green Deal. El pacto verde europeo es imprescindible para que Europa supere esta crisis, refuerce el mercado interior, mejore su competitividad e incremente la inversión pública y privada generando nuevos empleos. En este sentido, la amplia alianza europea por una recuperación verde, lanzada por Bruselas, es el camino a seguir.

Otro aspecto crucial para el futuro próximo será la necesidad inaplazable de dar un gran salto adelante en la digitalización, la inteligencia artificial o la gestión masiva de datos. Va a ser imprescindible un impulso decidido a la administración electrónica y particularmente, en el ámbito sanitario. Habrá avances notables en la implantación del teletrabajo y el comercio minorista crecerá en la captación y venta digital. La enseñanza on-line ha demostrado su importancia, pero ha evidenciado las desigualdades sociales y que nunca podrá sustituir a la enseñanza presencial, especialmente en las fases más tempranas de la educación.

En todo caso, hay esperanza y se percibe una enorme voluntad ciudadana de vencer al miedo, de ponernos en pie cuanto antes y de hacerlo más fuertes, solidarios y unidos que nunca.