«Hi ha solitàries roses que empresonen

els focs de nit que el vent combat,

i l'encanteri de cançó venint de pluja

podrà saber suara que nosaltres

som ferits tions, combat del vent».

Salvador Jàfer, Ràfol de Salem, 1974

Recién inaugurado, a finales de 2017, estuve en su hotel de Belén. Banksy es el grafitero inglés más popular del mundo. Artista urbano de culto. Junto al hotel, frente al muro que divide Cisjordania, no lejos de Jerusalén, está la tienda donde se encuentran sus dibujos. Manifiestan su compromiso con la paz y el conflicto entre Palestina e Israel. Por el Covid-19 ha colgado en las paredes del hospital general de Southampton, su homenaje a los sanitarios en esta nueva causa de alcance mundial. Un sutil dibujo en blanco y negro que titula: «Game Changer». El cambiador de juego por el que un niño sustituye sus muñecos favoritos, por la enfermera voladora en auxilio de sus pacientes. Ahora y siempre.

Realidades

No todo es negativo en el virus. Junto a la experiencia que ayudará a afrontar futuras calamidades, ha descubierto situaciones, actitudes, valores y personas. El papel de cada una en el alcance de los mensajes y la respuesta de la gente. Los valencianos han comprobado de repente su debilidad. En el siglo XX pasaron de la arcadia naranjera -agroalimentaria y rural- al amanecer industrial. Todo iba bien con líderes forjados en la contrariedad. Con más voluntad que conocimientos para forjar la estructura productiva de un país volcado al exterior. Apoyados en los pilares comerciales vigentes todavía en la posguerra de un conflicto civil (1936-39) que habían perdido. Los periódicos incautados por los republicanos no se devolvieron a sus legítimos propietarios. Siguieron confiscados por el Movimiento Nacional franquista hasta la Transición. A partir de la Constitucion del 78 fueron desnacionalizados.

Entramado

El armazón de un país se sustenta sobre la estructura económica, los políticos, los entes públicos, los sectores productivos, los recursos naturales, la tradición competitiva, el valor de las fuerzas del trabajo, los medios informativos, la administración institucional y el temple empresarial de su burguesía. En el País Valenciano ocurre, cuanto pasa en la pandemia devastadora del Covid-19, por la carencia de instrucción y la resistencia de dos colectivos fundamentales para una sociedad: el sistema sanitario de titularidad pública y el entramado económico-financiero, cuyo protagonismo recae sobre el empresariado autonómico. Están señalados los principales responsables de una situación que no ha hecho más que empezar. Este coronavirus está vaticinado que va a convivir con nosotros. Hasta que se encuentre el tratamiento que lo combata y una vacuna que proteja a la población. Mientras tanto será nuestro huésped incómodo que seguirá dando disgustos.

Plan

El intelectual Jacques Attali, ex director del Banco Europeo de Inversión y Desarrollo, tras predecir pademias de alcance mundial, recordó que «no habrá nación que pueda sobrevivir -en el siglo XXI- sin un proyecto, sin una idea clara de su papel en la historia». Añadía: «lo propio de una civilización es crear ese proyecto. El papel de las élites de un país, en una época determinada, es manifestar ese proyecto y conducir a la nación, de donde ellas proceden, en la dirección que las probabilidades de supervivencia son mayores». En las sociedades avanzadas y con porvenir se produce un equilibrio entre las iniciativas públicas y privadas, de forma similar a los vasos comunicantes, donde lo que no hagan los agentes políticos, de cuanto les corresponde, se entrometerá la parte privada y viceversa.

Interrelación

Con la pandemia hay empresarios que fuerzan a los poderes públicos a tomar decisiones en materia que no les corresponde. Como reconoció el catedrático de Economía Antón Costas, estamos en una situación infinitamente mejor que la producida por la crisis financiera de 2008. Vivimos la paralización del aparato productivo y laboral, no sólo de España, sino del resto de Europa y del contexto global. Se ha constatado el comportamiento vacilante de los resortes de la Unión Europea. Si en la UE hay dos principios fundamentales, además de la libre circulación de personas y mercancías, son la solidaridad y la subsidiariedad. Los países comunitarios que parecen ignorarlos -Alemania, Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia o Finlandia- tendrán que decidir si les interesa una organización supranacional, que hasta ahora les ha ido muy bien, o quieren acabar con ella. Como ocurriría si abandonan a su suerte a España, Italia, Portugal, Grecia y Francia. En este último caso habría tres principales beneficiarios: los EE.UU de Trump, la Gran Bretaña de Boris Johnson y la Rusia de Putin. Al fondo expectante, China, de donde surgió el Covid-19.

Héroes

En línea con el enigmático Banksy, ha llegado el momento de sustituir los héroes anglófilos de fuerza (Superman, Batman, Spiderman) por juguetes que adopten la figura del personal sanitario que arriesga su vida para salvar a los contagiados en la pandemia. Para la Comunitat Valenciana juega en su contra la inanidad política y la decadencia del sistema público de salud, falto de equipamiento y de suficientes profesionales organizados y cualificados.