Leo estos días en un diario que se predice una nueva «pequeña edad del hielo» a partir de 2030 en relación con el desarrollo de una fase muy poco activa del Sol. Se trata de uno de esos titulares que generan más perjuicio que otra cosa, porque ni lo que se puede registrar en una nueva «pequeña edad del hielo», evento climático que duró varios siglos, ni un ciclo solar de 11 años, que es a lo que se refiere esa noticia, puede generar un enfriamiento de la atmósfera que compense el proceso actual de calentamiento, como se pretende transmitir. En algún comentario hemos señalado que desde el año 2000 el sol ha entrado en un periodo de menor actividad y ello ha coincidido con una subida constante de temperaturas terrestres, muy intenso en los últimos diez años. Y es cierto que los dos próximos ciclos solares, el que iniciamos ahora y el que se desarrollará a partir de los años treinta de este siglo, se han pronosticado débiles, manteniendo el comportamiento de los últimas dos décadas. La NASA, no obstante, ha señalado que aunque ocurriera un ciclo de muy poca actividad solar a partir de 2030, con el nivel de acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre, apenas supondría un mínimo descenso, prácticamente inapreciable, en la tendencia de calentamiento actual.

Malas noticias, pues, para los que aún ponen en duda que el proceso actual de calentamiento climático tenga en la emisión antrópica y acumulación de gases de efectos invernadero en la atmósfera terrestre su proceso incentivador principal.