En los últimos años han aumentado mucho los estudios de la mitigación y de adaptación al cambio climático. Los urbanistas, los arquitectos, en cooperación con los climatólogos urbanos pueden diseñar una ciudad en la que sus edificios sean más bioclimáticos, no necesiten hacer gastos de calor antropogénica para la climatización, tanto para la calefacción como la refrigeración. Así el diseño de una ciudad o de un edificio debe ser diferente en función del clima donde se ubica. En ciudades de climas fríos pintar los edificios de color oscuro, la protección de árboles hacia las fachadas y las calles para proteger a los peatones de los vientos fríos son una necesidad del diseño urbano. En cambio en ciudades de clima mediterráneo o árido y cálido se necesitan otras estrategias, por ejemplo pintar los edificios y las viviendas unifamiliares de color blanco, evitar los edificios con mucho vidrio para que el vidrio deja pasar mucha radiación solar y calentará mucho su interior, lo que implicará un incremento muy importante de las necesidades de refrigeración para sus habitantes gran parte del año. También es importante que los árboles de las ciudades de clima templado tengan hoja caduca para mejorar el confort térmico de los ciudadanos, cuando los árboles no tienen hoja en invierno permiten que el sol caliente los peatones, y en verano las sombras proyectadas por los árboles mejoran el confort térmico no sólo reduciendo la temperatura, sino la temperatura media radiante, ya que la radiación solar provoca un fuerte incremento del desconfort térmico en verano.