La irrupción de la pandemia ha alterado el trabajo del Síndic de Greuges, Ángel Luna, en su tarea de velar por los derechos y libertades de los valencianos frente a la Administración. En 2018, la mitad de las 12.000 quejas de los valencianos estaban relacionadas con la Educación y el Bienestar Social, destacando, ya entonces, las reclamaciones relacionadas con la demora en la tramitación y resolución de las ayudas a la dependencia, la discapacidad, el acceso a las rentas sociales, a viviendas públicas€ El propio Luna denunciaba recientemente esos escandalosos retrasos que en muchos casos superan ampliamente el año de espera.

Podría pensarse que el Síndic posee el don de la clarividencia porque en vísperas de la pandemia arremetió contra las vergonzosas listas de espera, también en intervenciones quirúrgicas, que sobrepasaban -cuando no duplicaban- las recomendaciones ministeriales oficiales. Después, Luna ha seguido mostrando su preocupación por los reiterados incumplimientos de la Administración, señalando, de forma acertada, que agravan las situaciones de exclusión social. Sus palabras premonitorias se han cumplido: las quejas sociales triplican hoy a las sanitarias y sextuplican a las educativas.

Luna tiene un currículum impecable que debería ser garantía de buen hacer. Fue alcalde de una gran capital como Alicante y conseller, por lo que conoce bien tanto la política local como la autonómica. Fue senador, diputado nacional y autonómico, y conoce el sector privado. Además cuenta con un equipo que impacta: dos adjuntos, dos secretarios personales, una secretaria general, un técnico de gabinete, catorce técnicos superiores, un jefe de Economía, dos informáticos, un traductor de valenciano, dos asesores de ciudadanía, diez oficiales de gestión, un conductor y un ujier para atender las 4.500 quejas del 2019.

Tal dotación de recursos parece obscena si se compara con la media de 1.500 pacientes que tiene a su cargo un médico de familia en nuestra Comunidad. Pero justo ahora, cuando más necesita el ciudadano ser escuchado, la web del Síndic anuncia que solo atienden telemáticamente y en horario de mañana.

Miles de valencianos se enfrentan a un futuro oscuro en el que la pobreza acecha en cada hogar. En esa situación, del Síndic podría esperarse algo más que las consabidas recomendaciones a la Generalitat o a los entes locales para que mejore la atención y los servicios. Tal vez sea ahora, con el nuevo Síndic, el momento idóneo de diseñar un modelo renovado, eficaz y operativo. Lo que es una burla es que, con la excusa de atender la voz del ciudadano, se engorde aún más una Administración inoperante.