En la primera parte de este artículo señalábamos la dificultad que tiene la sociedad española para asumir responsablemente su «pasado sucio» con dos Dictaduras en el siglo XX, la segunda muy larga y con una represión feroz, que comienza con un golpe de Estado y una posterior Guerra civil. Y se hacía un repaso al proceso incompleto de la desfranquización necesaria teniendo en cuenta que han pasado 44 años desde la muerte de Franco. Y se revisaba también cómo se había abordado ese proceso en Francia. En esta segunda parte vamos a examinar qué pasó en Alemania después de ser la potencia derrotada en la Segunda Guerra Mundial.

La desnazificación alemana

Después de 1945 Alemania quedó dividida en cuatro zonas, ocupadas por los americanos, británicos, franceses y rusos. Son los americanos los que llevan a cabo un proceso de desnazificación más enérgico al percibir que los alemanes no se sentían directamente concernidos por los crímenes cometidos por los nazis, aunque reconociesen que se hubiesen cometido en nombre de Alemania. Por ello llevaron a cabo un programa de reeducación y desnazificación, la abolición del Partido nazi y sembraron la idea de la democracia y libertad en la vida pública alemana. En esa misma línea, pero en menor medida, hicieron los ingleses en su zona, y muy poco los franceses, pues el régimen de Vichy y su estrecha colaboración con los nazis suponía un fardo demasiado pesado para llevar a cabo un proceso serio de desnazificación (Tony Judt). A este proceso de desnazificación eran hostiles los alemanes, hasta tal punto que K. Adenauer, que llegaría a ser Canciller Federal en 1949, tres años antes protestó en un discurso público en Wuppertal, diciendo que ese proceso no hacía ningún bien al pueblo alemán. De hecho, una vez que consiguió el poder, Adenauer cortó el proceso de desnazificación, se promulgó una ley de amnistía que beneficiaría a decenas de miles de nazis, y en 1951 se promulgó otra ley que permitió readmitir a más de 300.000 funcionarios y soldados profesionales que habían sido despedidos por los aliados por su proximidad al régimen.

Esta posición política la pagó Alemania con cierto desprestigio internacional, que llegó a su culmen cuando tuvieron que pagar indemnizaciones al Estado de Israel, después de un acuerdo en 1952, con una feroz oposición de muchos políticos conservadores de la CDU y CSU y también de los liberales de FDP, incapaces de enfrentarse a la realidad de la Shoá, y sólo consiguió Adenauer aprobarlo con una escasa mayoría en el Bundestag en marzo de 1953 con el apoyo del Partido socialdemócrata (SPD). Adenauer no llevó a cabo esta acción por convicción, sino para hacer aceptable a Alemania ante la comunidad internacional(Géraldine Schwarz). El feroz adoctrinamiento que el Tercer Reich había realizado sobre la sociedad alemana estaba dando sus frutos, y el nacionalsocialismo estaba asentado, hasta tal punto que surgió el Partido Socialista del Reich (SRP), sucesor del Partido nazi durante la época de Hitler (NSDAP). La situación era compleja, pero la República Federal de Alemania pudo salir poco a poco de ese pozo que representaba el nazismo, y a ello no fue ajeno la implicación de un fiscal, Fritz Bauer con profundas convicciones democráticas, que impulsó algún juicio sonado contra nazis genocidas y coadyuvó a la detención y procesamiento en Israel de Adolf Eichmann, el responsable máximo en Europa del genocidio de los judíos. También fue importante la llegada al poder en 1969 como Canciller de Willy Brandt con el Partido socialdemócrata, aunque es cierto que en Alemania en aquellos años se sabía poco de Auschwitz y de la Shoá (Holocausto)

Los psicoanalistas Alexander y Margareta Mitscherlich hicieron una labor importante, destacaron la casi nula desnazificación en la sociedad alemana y su falta de sensibilidad hacia la Shoá, y explicaron algunas de sus causas como la incapacidad de sentir duelo del pueblo alemán como consecuencia de la perdida de la autoridad idealizada que representaba Hitler, y que devaluaba su «yo» o la consideración de formar parte de un pueblo elegido, que les otorgaba una protección psicológica. También la Escuela de Frankfurt dirigida en aquellos momentos por T.W. Adorno y M. Horkheimer realizó una tarea muy importante en esa dirección. Adorno, en una conferencia que da el 6 de abril de 1967 en Viena por invitación de la Asociación de estudiantes socialistas de Austria, se refiere a como las raíces en la sociedad del fascismo siguen existiendo, hoy como entonces, y cuyos presupuestos son una tendencia a la concentración de capitales que engendra desclasamiento de clases sociales y paro, a lo que se une un Estado cada vez más abstruso y complejo, lo que facilita la utilización de una propaganda que manipula con relativa facilidad a la opinión pública.

También coadyuva a ese proceso de desnazificación la llegada de nuevas generaciones que no están dispuestas a transigir con el nazismo, lo que se evidenció con la serie de televisión americana «Holocausto», vista en la televisión pública alemana a principios de 1979 por un tercio de la población (20 millones de personas), y que agitó las conciencias en la República Federal de Alemania, hasta tal punto que en un sondeo, un 65% se consideraba conmocionado y un 81% que la emisión había provocado discusiones familiares, manera eufemística de decir que muchos miles de jóvenes alemanes abandonaron la vivienda de sus padres, achacándoles su silencio cómplice ante la barbarie de la Shoá. Tres meses después de la emisión de la serie el Bundestag decidió que el crimen de genocidio nunca prescribiría. Finalmente, el 8 de mayo de 1985, conmemoración del final de la Segunda Guerra Mundial hacía 40 años, R. von Weizsäcker, presidente Federal e hijo de un secretario de Estado del Tercer Reich, dio un discurso inequívoco, diciendo que el 8 de mayo de 1945 fue un día de liberación, «de liberación de todos los alemanes del sistema de dominación nacionalsocialista basado en el desprecio del ser humano», y continuó diciendo «debemos mirar la verdad de frente, sin adornos ni equívocos, y tenemos la fuerza para hacerlo». Ese discurso memorable tuvo un eco tremendo también a nivel internacional (Gabriela Schwarz). Es cierto que aún hoy en día en Alemania hay personas e incluso historiadores, que banalizan los crímenes nazis, pero la clase política alemana ha aprendido la lección, y hasta el momento ningún Partido ha pactado con Alternativa por Alemania, partido fascista y xenófobo.

La desfranquización

¿Y qué ocurre en España? En España el proceso de desfranquización ha sido muy insuficiente. En el sistema educativo no se profundiza, ni se ha hecho tampoco en los años posteriores a la muerte de Franco, no se ha explicado ni se explica el enorme significado negativo del franquismo, ni se discute y diferencia entre los valores del fascismo y los democráticos, que son completamente opuestos. Como escribieron T. W. Adorno y otros en la obra «La personalidad autoritaria», es en la familia y la escuela donde se forman los rasgos de una personalidad autoritaria o democrática. La educación en el temor, religiosidad fanática o espíritu destructivo son fuentes emocionales del fascismo. Por el contrario la educación en la tolerancia, espíritu crítico, fortalecimiento del «yo» y la aceptación del otro, son rasgos que ayudan al desarrollo de ciudadanos democráticos. Al no haberse realizado esta tarea de diferenciación entre unos valores y otros, o haberse hecho y seguir haciéndolo de una manera muy insuficiente, podría explicar la tolerancia hacia la corrupción, y el cinismo ampliamente extendido en la sociedad española.

Por otra parte, el panorama político en España es negativo. En este sentido Vox es un partido fascista y xenófobo, y una parte muy importante de sus votantes, y especialmente militantes y cuadros, comulgan con la ideología fascista. Esto no ocurre, sin embargo, con los votantes del Partido Popular, que en su mayoría tienen una ideología de derechas e incluso en algún caso de centro, pero no de extrema derecha, ni tampoco sus militantes, ni una gran parte de sus cuadros. En este contexto, que Vox considere que el Gobierno elegido por los españoles en la urnas no es legítimo, y por tanto se le debe derribar como sea, aplicando viejos presupuestos políticos de la dicotomía amigo-enemigo de Carl Schmitt (fue el ideólogo del Estado nacionalsocialista de Hitler) entra dentro de una lógica fascista de hacer política, pero que lo haga el PP no es explicable, y esto es lo que ha mostrado, sin embargo, de forma nítida la pandemia del Covid 19. Mientras quienes dirigen el PP no acepten realizar una oposición constructiva, no la de descalificar e insultar al adversario político en el Parlamento, impedir la renovación de las Instituciones, o en el Parlamento Europeo ir contra las necesidades e intereses de España, además de aislar políticamente a Vox, como por ejemplo han hecho todos los Partidos, incluidos los de la derecha, en Alemania y Francia con Partidos fascistas, el sistema democrático español se encontrará debilitado, y no se servirá a los intereses generales de los ciudadanos.