La apertura de las escuelas es necesaria. Y esto por muchas razones de distinta índole, sin entrar en la importancia de cada una de ellas, que diariamente escuchamos en las tertulias y en los reportajes mediáticos. Y además, el tema de la escuela está candente en estos momentos, ya que la cuenta atrás del regreso a las aulas ha empezado. Y es normal que todos los implicados estemos, cuanto menos, inquietos.

Ahora parece que nos damos cuenta de la importancia de la escuela como uno de los ejes vertebradores de la sociedad. El cierre de la escuela presencial es la paralización de muchas cosas€ Así lo hemos podido ver durante la pandemia. Un problema grave para todos.

Sin embargo, en estos momentos, y a la luz de la evolución de los datos de la pandemia, muchos se preguntan si es el momento de la apertura. Las medias palabras de los expertos son muy significativas, y se prestan a muchas interpretaciones. Resumiría sus aportaciones en pocas palabras: «Los datos no son tan buenos como quisiéramos, pero no son tan malos, ya que€». Me parece que es negar o esconder una realidad, y los datos son tozudos. Jugar con las palabras es altamente delicado en estos momentos. El coronavirus está creciendo a pasos agigantados, ya sea porque se hacen más pruebas, ya sea porque se producen más contagios, los asintomáticos, ya sea por lo que sea.

Por eso, el tema es muy claro: ¿tenemos lo suficientemente controlada la pandemia? ¿Estamos sanitariamente preparados para un rebote masivo de infectados? ¿Cómo está el colectivo sanitario al que cada día se le aplaudía? Parece que hay mucha gente cansada y desmotivada por razones varias. ¿La sociedad española sigue confiando en las cabezas pensantes que nos dan cuenta del avance o retroceso del coronavirus? Estas preguntas necesitarían respuestas claras, no politiquerías y partidismos. No estamos jugando mucho en las circunstancias actuales.

Las escuelas tienen que abrir de nuevo las puertas de las aulas para que la tarea pedagógica se desarrolle con normalidad, pero también con las garantías necesarias. En lo que respecta a lo primero no hay ninguna duda. Padres, profesores y alumnos esperamos con ansia el pistoletazo de salida. Pero en lo que respecta a las garantías es más cuestionable. Los centros educativos están preparados, pero no es suficiente. En nuestra tarea diaria no manejamos robots, sino personas, niños y niñas, jóvenes, y, sin duda, será muy complicado velar por el cumplimiento de muchas normas y recomendaciones. Estoy convencido de que, técnicamente, todos los centros cumplirán a rajatabla las directrices de la Administración, pero también el impredecible factor humano de personas tan deseosas de convivencia y contacto será determinante. Lo académico no puede prescindir de lo relacional. No quisiera pensar que con la apertura de las escuelas estamos enviando a la sociedad a un rebrote masivo e incontrolable de la pandemia. Por supuesto, un confinamiento masivo, como el anterior, sería muy nefasto para la economía de los españoles. Conjugar estas dos realidades es muy complicado, pero necesario.

Ante esto, me pregunto: ¿qué pasaría si retrasamos un par de semanas la apertura de los colegios? Hay margen en el calendario escolar. En este mes se podrían establecer estrategias más serenas para la incorporación a las aulas.

Ahora, la población infantil y juvenil está muy dispersa, pero con el regreso se concentrará en sus áreas naturales, y será más fácil controlar los inevitables brotes, que puedan darse desde los centros. Pero para eso es necesario que la pandemia esté mucho más domada. En estos momentos se está desbocando y se puede juntar con el rebrote de las aulas. Desde ya ganaríamos un mes. Las últimas medidas son coyunturales y obedecen a la situación estacional. La campaña veraniega ya se ha ido al carajo, por eso es mejor 'encerrarse' cualitativamente un poco ahora, que lamentarnos en octubre. Tenemos modelos en Europa que han funcionado.

La convivencia con el virus no significa que aceptemos lo inevitable, sino que nos adelantemos a las circunstancias. No obstante, doctores tienen los gobiernos.