He ha comentado aquí en estos comentarios meteorológicos, por diversos autores, en los últimos años. La precipitación es el elemento climático de estudio más complejo en el contexto del cambio climático actual. Su funcionamiento en el litoral mediterráneo es muy irregular, con repartos muy desiguales a lo largo de todo el territorio. La disposición de los relieves, la presencia de un mar Mediterráneo más cálido en algunos meses del año, aunque cada vez más, la diversidad de circulaciones de viento en superficie, la instalación concreta de las gotas frías en las capas altas de la troposfera...Todo ello influye en que unas comarcas reciban más lluvias que otras. Y las diferencias son importantes. Pues lo mismo ocurre cuando se intenta modelizar el comportamiento futuro de las lluvias en el proceso de calentamiento climático. Hay áreas para las que se estima un aumento de las lluvias y otras donde el descenso va a ser acusado. Y ello puede ocurrir en apenas cien o doscientos kilómetros de distancia. Como ejemplo, en la propia provincia de Alicante y a partir de lo ocurrido en las últimas cuatro décadas, las tendencias a medio y largo plazo, señalan un incremento de lluvias en Torrevieja y Denia, y un descenso en Elche, Alicante y Villena. Eso sí, los incrementos estarían en relación con episodios de lluvia torrencial, que son precipitaciones poco aprovechables y que originan daños. Por ello, se debe seguir investigando en este elemento climático y su evolución futura, evitando titulares llamativos y confirmando, con rigor, comportamientos actuales y tendencias para las próximas décadas en escalas comarcales y locales. Pero una cosa es cierta: ya no llueve como antes, ni en cantidad, ni en calidad.