A escasos días del comienzo de las clases nos hemos dado cuenta de que las medidas y recomendaciones planteadas por el Gobierno central en la reunión del pasado 27 de agosto son insuficientes, generalistas y no responden a todas las inquietudes que tenemos las familias. A partir de ahí, si la responsabilidad final se deposita en las autonomías, lo único que seguiremos teniendo es un auténtico mapa parcheado con 17 procesos dispares y contrapuestos, sin que exista un criterio único e igualitario en toda España.

Ni Celaá ni Illa han generado confianza entre los padres, alumnado o personal docente, cuando tenemos las cifras de contagios totalmente descontroladas. Han perdido cinco meses para organizar adecuadamente la necesaria presencialidad en las aulas, sin responder a cuestiones clave como las ratios en las aulas, existencia de personal especializado en enfermería escolar en los centros, absentismo, contagios o los evidentes problemas de conciliación que van a tener las familias, muchas dudas que por lo general sólo pueden ser articuladas con las competencias del Gobierno central, el cual sigue anticipando propuestas para corregirlas al día siguiente.

A pesar de todo ello, sigo creyendo que las clases presenciales son, y deben ser, la opción preferente para la mayoría de los ciclos de enseñanza. A la lógica necesidad que todos tenemos de socializar, como parte fundamental de nuestra propia maduración, se une la innegable existencia de una brecha tecnológica que, como todos sabemos, afecta de una forma más intensa a las clases vulnerables desde el punto de vista económico, social o por situaciones de discapacidad. Además, optar por fórmulas mixtas de enseñanza o directamente por la vía 'online', rompe por completo la conciliación familiar y laboral de muchas personas, especialmente mujeres, que como subraya ONU Mujeres en sus diferentes informes se van a ver doblemente sacudidas por la covid-19, ya que hemos sido incapaces de construir una sociedad más justa y sostenible, rompiendo con la tradicional división sexual del trabajo de cuidados.

Como está pasando desde el inicio de la pandemia, no sólo no hemos sido capaces de anticiparnos a la misma, ya fuera en el ámbito sanitario, asistencial o económico, sino que tampoco estamos haciendo el mínimo proceso de 'copia y pega' que se puede reclamar a cualquier gobernante, estudiando los países de nuestro entorno e implantando sus medidas más acertadas. Ni para eso están sirviendo los políticos. En definitiva, parece que volveremos al cole, pero nadie sabe a qué, por cuánto tiempo, y lo peor de todo, esperemos que no sea para propagar más el virus.