Hoy mi desayuno ha sido café con lágrimas. Como todos los días me levanto temprano, y acompaño el desayuno con las noticias frescas de la mañana. Un titular común, que acapara portadas y noticiarios televisivos, capta mi atención: el llanto y las lágrimas de Julio que amargan mi café, empañando el despertar del nuevo día.

Julio García, un madrileño conductor de autobús, con 30 años de experiencia en el sector del transporte, derrama lágrimas de desesperación y rabia, porque su empresa y la de sus cuatro hermanos, se va a pique tras siete meses de pandemia que ha paralizado su vida y sus autobuses.

Julio de 60 años, que también contrajo el coronavirus a mediados de marzo y estuvo ingresado en Ifema, no llora sólo por él, también lo hace por los diez trabajadores que tiene en ERTE, y las diecisiete familias en nómina, cuya economía y bienestar peligran desde hoy.

Mal empiezo el día: triste por las lágrimas de Julio y peor me pongo cuando leo las noticias sobre los nuevos Presupuestos Generales del Estado para 2021, presentados impecablemente en pantalla, en formato libro y digital, por el Presidente y Vicepresidente Segundo del Gobierno de Coalición de España. Unos presupuestos “muy sociales”, aunque generen un déficit público para el próximo ejercicio de 7,7% del PIB, con un desembolso público de 383.542 millones de euros.

Un 33% por encima del presupuesto de 2020, que supone un aumento récord del gasto público, que se conseguirá, en primer lugar gracias a los fondos europeos que llegarán in extremis a España en contra de la voluntad de otros países de la UE que no nos consideraban merecedores de ellos por incompetentes gestores, y en segundo lugar, según la Ministra de Hacienda, por unos “retoques” en la recaudación de impuestos “a los que más tienen”

A Julio García, seguro que le chirriará eso de “retoques en impuestos”, manera fina de decir que se van a subir los mismos, y cuando profundice en la letra pequeña del flamante libro amarillo que presentaron muy televisivamente correctos el Presidente de España, el Vicepresidente y la Ministra de Hacienda, seguro que se derrumbará, y se hundirá más si cabe, porque comprobará que ésos presupuestos “tan sociales” no lo son tanto, ni para él ni para ninguno de sus trabajadores, ya que no contemplan ni la protección fiscal, ni la contención tributaria ante la crisis para su pequeña y veterana empresa de autobuses, que da trabajo a diecisiete familias.

Unos presupuestos que gravan y penalizan a autónomos, emprendedores y PYMES, y que no contemplan nada de lo que entre lágrimas pedía en televisión y prensa Julio el conductor, que aquí transcribo textualmente: “Para salvarnos el gobierno podría paralizar temporalmente todos los pagos que tenemos que hacer, el impuesto de sociedades, el impuesto de actividades económicas, el de tracción mecánica, la Seguridad Social de los ERTES, ¿Tenemos que llorar y dar pena en esta vida para que nos hagan caso? Somos patéticos"

Es muy difícil entender, y seguro que a Julio y a los trabajadores de su empresa y sus familias también le cuesta, que España sea la única gran potencia europea que apuesta por subir los impuestos en estos momentos de gran crisis sociosanitaria y económica mundial.

Ante el actual escenario económico y presupuestario en el que el gobierno de coalición progresista ha dejado a nuestro país, seguro que a Julio y a muchos españoles más, les gustaría que como en otros estados europeos, se penalizase tributariamente menos y se protegiese fiscalmente más al emprendedor y al tejido empresarial productivo, generadores de empleo.

Los contribuyentes esperan unos servicios públicos de calidad y equitativos, pero que sean sensatos, cuyo coste se adapte a las necesidades reales de la población, no megalomaniácos, con gobiernos que sean eficientes y no sólo eficaces, que sean minuciosos en el control del gasto, y que generen una cuenta de resultados sin entrar en déficit público como el previsto para nuestro país en 2021 del 7,7% del que nos va a costar salir muchos años, a base de nuevos préstamos y endeudamientos a terceros.

Envidia y pena le dará a Julio, y a otros muchos emprendedores, mirar el trato fiscal y tributario en otros países europeos a pequeñas empresas como la suya, como por ejemplo en Grecia donde el gobierno va a eliminar el IVA hasta marzo de 2021, o en los Países Bajos que bajan el IRPF, o en Portugal que baja el precio de la luz y van a reducir 6.000 millones de euros en impuestos a empresas, eximiendo el Impuesto de Sociedades a los sectores más afectados, o en Reino Unido que bajará el IVA del 21 al 5% en productos de primera necesidad y alimentos, o en Italia con exención de impuestos locales y bajada de los tipos del IVA, o en Alemania con bajada del IVA, desgravación por hijos, ayudas a PYMES y a las familias, o la vecina Francia que ha decretado un aplazamiento de 20.000 millones de euros a aquellas empresas destinadas a la producción, eximiéndolas así de pagar impuestos.

Pero lo que ya colma la paciencia de Julio, la de muchos españoles y por supuesto también la mía, lo que seca las lágrimas de este conductor de autobuses de 60 años y transforma su llanto en rabia, es la burla de nuestros gobernantes al incluir en esos presupuestos tan “sociales” la subida del 0.9% de sus sueldos.

El Presidente de España, sus cuatro Vicepresidentes/as y sus 18 Ministros/as, los mismos que han acordado no rebajar las cargas fiscales de profesionales por cuenta propia y de empresas, ésos que coinciden en aplicar un “retocado” aumento de impuestos a los españoles, ni tan siquiera han pensado en congelar sus sueldos como medida solidaria con los más necesitados, sino que ingresarán un 0,9% más en sus nóminas del 2021, unas nóminas que a principios de éste año 2020 ya aumentaron un 2% a pesar de no haber Presupuestos aprobados y seguir con los de 2018 prorrogados.

¿Qué pensarán de este incremento salarial en las largas colas de los bancos de alimentos, o los trabajadores en ERTE que llevan meses sin cobrar, o el más de un millón de personas que han solicitado el tan publicitado ingreso mínimo vital?

La obligación moral de cualquier gobernante es predicar con el ejemplo, en este caso hacerlo con el ejemplo de la austeridad y no subir ni un céntimo su sueldo. Esto hubiese sido lo correcto y ejemplar, pero han hecho todo lo contrario, han vuelto a cumplir con la tirana frase de “haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”. Deplorable.

Con los nuevos presupuestos, nuestro Presidente cobrará 85.608,72 euros anuales, lo que supone un incremento de 763,5 euros más, nuestro Vicepresidente Segundo del Gobierno 80.463,96 euros anuales que supone un sueldo mensual de 6.705,33 euros brutos, lo mismo que las tres Vicepresidentas, y por su parte, cada uno de los Ministros del Gobierno de coalición verán aumentado su salario anual a 75.531,84 euros brutos, lo que supone un sueldo mensual de 6.294,32 euros.