Ya es oficial. Sin reforma constitucional, PSOE, ERC y Unidas Podemos han sustituido el castellano como lengua vehicular de enseñanza. También es oficial, el Gobierno de España ha asumido la Ley de Plurilingüismo del Consell de Ximo Puig como modelo. La política más botánica del Gobierno de coalición ha sido, paradójicamente, la de educación, lo que le falta a la derecha política y mediática de nuestro país.

Nuestro modelo lingüístico se ha exportado porque el del PP fue declarado contrario a la Constitución y a los estatutos de autonomía en la sentencia 14/2018, de 20 de febrero de 2017 por el Constitucional. Se ha exportado porque la ley del Consell era garantista. Ya introducía las medidas compensatorias para reforzar las aptitudes lingüísticas, ya adaptaba la lengua de enseñanza a la realidad social del territorio, ya otorgaba legalmente a los centros autonomía para diseñar el Plan Lingüístico, ya daba a la familias la potestad para participar en la decisión del porcentaje y las materias de docencia en valenciano, ya diseñaba un sistema progresivo y gradual sin repercutir en la calidad de la docencia y en el rendimiento escolar del alumnado, y ya fijaba el mínimo legal sobre el que se desarrollan los planes educativos, en el 25 %, como establece el Tribunal Supremo. El Consell de Ximo Puig ya hacía falta en España.

Hasta en tres ocasiones el Consejo de Europa desmontó la demagogia lingüística del PPCV. La primera, en 2012, cuando advirtió al Consell de Alberto Fabra de la precaria situación de la enseñanza en valenciano y pedía a la Generalitat un mayor compromiso con nuestra lengua desde la etapa de preescolar hasta la universitaria. La segunda, cuando alarmaba sobre la precaria situación del valenciano en las comarcas más meridionales de Alicante, donde el valenciano es residual incluso en la educación. La tercera, cuando en 2019 advirtió de que la «horrible» Ley de Plurilingüismo era deficitaria porque no facilitaba modelos de inmersión lingüística. Vamos a repetirlo que no queda claro, modelos de inmersión lingüística para salvar el valenciano.

El PP no tiene nada que ofrecer a la Comunitat Valenciana, el Consell sí: una política lingüística de referencia para un país que tiene en sus lenguas la más sincera expresión de su riqueza cultural. ¿Para terminar? Unos datos: las encuestas de conocimiento del valenciano señalan que en las zonas de predominio lingüístico del castellano un 68 % no entiende el valenciano, un 90 % no lo sabe hablar, un 85 % no lo sabe leer y un 94 % no lo sabe escribir. Que un 49 % de la población valenciana no es capaz de hablarlo bien, un 27 % no lo entiende, un 47 % no lo sabe leer y un 65 % no lo sabe escribir. En la ciudad de València sólo el 1,3% de la ciudadanía lo utiliza. En el área metropolitana de València y en la provincia de Alicante hay registros de uso del valenciano en entornos familiares inferiores al 20 %. ¿Lo más dramático? Sólo el 96 % de los valencianos sabe hablar, leer y escribir en castellano; ¡sólo el 96%! Sí, hay políticas valencianas que son de Estado, hay gobiernos valencianos que son modelo, y ninguno de los anteriores son del Partido Popular.