Diecisiete planes de restricciones y diecisiete planes de vacunación diferentes no es la forma más eficaz ni sensata de abordar la mayor crisis sanitaria de este país. Desde el inicio de la pandemia, ni el Ministerio de Sanidad Illa/Darías, ni el cogobierno de España Sánchez/Iglesias, han demostrado la más mínima capacidad de gestionar de forma global, coordinada y eficaz ésta grave enfermedad que amenaza la salud de 47 millones de personas y no a la población de 17 comunidades autónomas de forma aislada e independiente.

Cuando hablamos de contagiosidad y muertes por un mismo virus, no existen muros de Berlín en cada una de las 17 autonomías que puedan aislarlas de las demás ni protegerlas del contagio, de igual manera que no podemos ordenar diferentes restricciones y vacunaciones para cada uno de los 8.131 municipios de todo el país, por el simple hecho de tener un alcalde diferente, una gastronomía local típica o unas costumbres y manifestaciones culturales distintas.

Los 5 millones de habitantes de la Comunitat Valenciana, con unos 380.000 infectados (que supone el 7,5 % del total de la población de la comunidad y el 12 % de infectados de toda España) no pueden tener un plan de vacunación diferente al de nuestros vecinos catalanes, murcianos, aragoneses o castellanos, porque se generan unas desigualdades en prevención de contagios e inmunidad individual y grupal por el mero hecho de haber nacido en Vinaròs o Amposta, o residir en Torrevieja o en Cartagena.

La causa del bajo nivel de inmunidad actual en España, aparte de los problemas de suministro por los proveedores, es la lentitud en la administración de las vacunas. Los datos del Ministerio de Sanidad confirman que poco menos del 5 % de la población han sido vacunado con una dosis y solamente el 2,6 % están inmunizados con la segunda dosis. Y en nuestra comunidad las cifras son mucho peores con sólo el 4 % de la población vacunada con la primera dosis y el 2 % con inmunidad total por doble vacuna.

Varias son las conclusiones que podemos extraer de estos datos, la desigual distribución de vacunas entre comunidades (con un criterio irresponsable y partidista), los diferentes protocolos de la Administración en cada autonomía, y la lentitud en la vacunación, que ya en el mes de marzo sólo ha alcanzado a 2 de cada 100 valencianos.

Y el presidente Sánchez sigue con su delirante discurso afirmando que éste es el año de la vacunación completa y la recuperación económica de nuestro país, asegurando que en el mes de junio el 70 % de la población estará vacunada e inmunizada. Mucho tendrá que apresurarse el gobierno valenciano del tripartito Puig, Oltra y Martínez Dalmau para alcanzar esa tasa del 70 %, si la ansiada vacunación masiva está todavía prevista para el 1 de abril. El ‘president’ Puig tiene por delante un mes de marzo muy complicado para cumplir con lo prometido.

Si a todos estos despropósitos añadimos que no todas las vacunas tienen la misma efectividad, ni todas generan una «inmunidad esterilizante» que impida totalmente la infección y el contagio, y sumamos la aparición de las nuevas variantes, como la británica que ya está infectando al 50 % de la población española o la sudafricana que es capaz de evadir los anticuerpos, desgraciadamente la cuarta ola está servida.