Ya se habla de una próxima cuarta ola tras la Semana Santa. La mayoría de las comunidades autónomas continúan con el cierre perimetral y el toque de queda, pero aún así siguen celebrándose multitud de fiestas privadas que son el principal foco de contagio. Las sanciones que impone la policía siguen siendo muy numerosas. Hasta 70.000 propuestas de sanción se han tramitado solo en València desde el pasado mes de julio.

Parece que todavía hay muchas personas que no han tomado consciencia de la gravedad de la situación, cuando la cifra de fallecidos supera los 73.000 decesos y la de contagiados los 3,2 millones. El hecho de que haya bajado la incidencia acumulada y los contagios no debe hacernos bajar la guardia ni relajarnos, porque el virus no ha desaparecido y sigue activo. Las nuevas variantes son todavía más contagiosas y más mortales. Por eso mismo hay que redoblar la precaución.

Un familiar mío que ha estado este fin de semana en Madrid, me comentaba por teléfono que ha visto mucha gente sin mascarilla, sin guardar la distancia de seguridad y muy poca presencia policial en la calle. Las terrazas, bares y restaurantes estaban a tope, lo que les hizo desistir de salir a cenar.

Tampoco se entiende que no se tomen medidas para los ciudadanos que llegan de otros países, fundamentalmente de Italia y Francia, países que están tomando de nuevo medidas de confinamiento ante la escalada de casos por covid-19 y que entran a España, sin apenas pasar ningún tipo de control sanitario ni someterse a cuarentena.

Hasta que no haya un elevado porcentaje de la población vacunado, tenemos que seguir con las medidas de confinamiento. Las vacunas son la única solución para salvar vidas. Son seguras y necesarias.

La Comunitat Valenciana que lideraba hasta hace solo unas semanas el ranking de incidencia acumulada junto a Madrid y Cataluña ha conseguido rebajar estas cifras gracias a las medidas restrictivas que se han tomado. Ahora mismo la IC está en 31 casos por cada 100.000 casos, cuando hace solo unas semanas estábamos por encima de los 2.000 y en nivel de riesgo extremo.

Aunque las cifras han mejorado notablemente, no debemos relajarnos porque ya sabemos las consecuencias de esa relajación y de todo lo que viene después.