He crecido como persona y como profesional en la Universitat Politècnica de València. Vuelvo la vista atrás y mi vida no se puede entender sin la UPV. En mi labor universitaria he visitado muchas universidades en España y en el resto del mundo y siempre he visto la UPV como una universidad dinámica y con unas características que la hacen única.

Sin embargo, en los últimos años, mis sensaciones en la UPV han cambiado. Las mías y las de muchos compañeros y compañeras que sentimos que no vamos en la dirección correcta. Y eso, en una institución como la nuestra, una gran nave que impide los cambios de rumbo bruscos, no es bueno.

Enderezar ese rumbo tan solo es posible con determinación y con espíritu de cambio, cualidades que me acompañan en mi candidatura a rector de la UPV. Me acompaña en esta travesía un gran equipo, formado por 5 vicerrectoras y 4 vicerrectores. Todos unidos por un objetivo claro: implantar una cultura del sí que explote todo el potencial que posee esta gran casa. Una cultura facilitadora de las tareas. Una cultura que abra las puertas. Una cultura que posibilite. Una cultura integradora.

Hemos diseñado un programa con 287 propuestas elaboradas por un grupo de apasionados de la UPV, con amplia experiencia en la gestión académica y en planificación. Propuestas realistas, contrastadas, viables y sostenibles financieramente, sobre las que llevamos trabajando meses. Tan convencido estoy del cumplimiento de todas y cada una de ellas que he anunciado que renunciaré al complemento de rector si no cumplo con esta hoja de ruta.

Cumpliré.

Sé que mis propuestas pueden haber sorprendido a algunas personas en la comunidad universitaria, lo que me ratifica en mi convicción de que necesitamos un cambio. En una institución como una universidad pública, que debe ser modelo de referencia para sus estudiantes y para la sociedad, no debería extrañar la búsqueda de la simplificación en los procesos administrativos, ni la idea de que cada persona dedique su tiempo a aquello en lo que más valor aporta a la institución y a la sociedad. No debería sorprender el desarrollo de políticas que traten igual a personas que desarrollan funciones similares. O el planteamiento de políticas activas de desarrollo de carrera profesional y desarrollo personal de estudiantes, personal de administración y servicios y personal docente e investigador. No debería cuestionarse que busquemos desarrollar nuestra actividad sin ponernos trabas internas que coartan nuestro potencial, siempre que cumplamos escrupulosamente con la legislación vigente.

Quiero ser, junto a mi equipo y a toda la comunidad universitaria, el catalizador de un cambio que haga de la UPV un lugar dinámico e innovador en el ámbito de la investigación, la transferencia y la docencia. Donde las empresas e instituciones vengan a apoyarse para crecer. Que genere iniciativas en el ámbito de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que sean ejemplo para el mundo. Donde el estudiantado tenga la mejor formación y empleabilidad y aporten valor a sus empresas y a la sociedad como grandes profesionales y como grandes personas.

Sin lugar a duda, necesitamos este cambio para crear una nueva cultura universitaria, un cambio para abandonar la zona de confort e instalar la UPV en la zona de la innovación, la disrupción y el sí. Solo así conseguiremos ser una universidad de verdadera referencia para la sociedad valenciana y una universidad de prestigio internacional.