Tuvo que ir a divertirse a ‘El Hormiguero’ Felipe González para que el programa fuera el más visto del día después del paso de José Luis Perales y María Teresa Campos, con quienes no consiguieron batir a ‘Pasapalabra’ y el ‘Noticias 2’ de Vicente Vallés. Cerca de tres millones y medio de espectadores escucharon al expresidente al que Pablo Motos llevaba años esperando. Promocionar su pódcast le liberó la agenda en pleno debate por los posibles indultos a los políticos independentistas en prisión. Su opinión al respecto en el formato de entretenimiento pasó de inmediato a los medios unida a la expresada hace tres años en ‘Salvados’. Más leña al fuego de las tertulias que tan poco se parecen a los coloquios de hace 40 años en TVE, como muchos tuiteros consignaron viendo en ‘Tesoros de la tele’ de La 2 el recordado ‘La Clave’, que nadie vería en estos tiempos, para qué engañarnos.

González logró acaparar mayor atención que la previa de ‘Rocío: contar la verdad para seguir viva’, que reinó después durante horas, aunque es difícil dilucidar el interés político real de la audiencia a partir de estos datos puesto que menos de un punto de cuota de pantalla le sacó de ventaja al invitado del jueves, Joaquín, el jugador del Betis.

La noche se presentaba como la despedida de la docuserie sobre Rocío Carrasco que, sin mantener las siderales cifras de espectadores de las primeras emisiones, ha conseguido liderar en estos dos meses. Precisamente por ello podía suponerse que no iba a ser el punto final: la próxima semana la protagonista volverá a ser entrevistada en directo en el plató.

En este último capítulo grabado el relato vuelve al principio, a aquel número cero en el que la hija de Rocío Jurado explicaba por qué había decidido dar el paso de contar su historia tras haber tocado fondo con un intento de suicidio. El espectáculo televisivo ha colocado en el escaparate del prime time la primera causa de muerte no debida a una enfermedad en nuestro país cuando voces expertas abogan por visibilizar en los medios este grave problema de salud pública. Nos recomendaron ocultarlo, con algunas excepciones, para evitar imitaciones, el conocido como efecto Werther, pero informar sobre el suicidio desde la empatía y la prevención puede tener otro efecto muy distinto al que llaman Papageno, recordando al personaje de La Flauta Mágica al que tres espíritus disuaden de quitarse la vida. Sobre este asunto también hay que hablar más.