He leído ya varios comentarios sobre si a los ciudadanos de València les gusta la inercia impuesta por el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento sobre las múltiples actuaciones en esa cruzada hacia la peatonalización, intentando hacer de las plazas lugares para la relación social y el ocio de los ciudadanos. En las mejores plazas europeas hay una clara voluntad de devolver la calle a las personas y quitarle el excesivo protagonismo del vehículo a motor. En síntesis, humanizar el entorno urbano, aunque algunas veces sea en detrimento de una falsa comodidad o pagando determinados costes en aspectos comerciales o económicos. Si queremos sociedades sostenibles, éstas deben ser saludables para sus ciudadanos; andar o ir en bicicleta es mucho más sostenible, saludable y agradable.

El problema como siempre no está en la bondad de la idea, está en el equilibrio entre los distintos aspectos de la sostenibilidad que muchas veces tienen intereses contrapuestos. Recordemos que lo sostenible es aquello que mantiene un equilibrio entre la parte económica, la social y la medioambiental. Para que este equilibrio se pueda conseguir, es importante que la ejecución contemple tiempos y medidas de compensación como por ejemplo que la movilidad esté garantizada a los distintos colectivos, que la vida económica y el comercio local no se vea perjudicado, etcétera.

En una conversación con un amigo, premiado arquitecto, profesor y hombre de una cierta sensibilidad estética, literalmente me dijo: “Yo les decía a mis alumnos de paisaje, que el Mediterráneo es agua y sombra, que ambas implican verde...”. No puedo estar más de acuerdo: lo verde es salud del cuerpo y, sobre todo, del espíritu. Echo en falta más árboles en esas nuevas plazas peatonalizadas, pero es cierto que algunas están solo con una peatonalización provisional, como la plaza del Ayuntamiento, y otras no permiten una gran capa vegetal porque debajo tienen un aparcamiento como en Brujas o en Plaza de la Reina.

El resultado final de cualquier intervención urbana siempre recibirá críticas y alabanzas en distinto porcentaje por parte de los ciudadanos, es una cuestión de preferencias. Decía también mi amigo, con muy buen criterio, que lo importante es que sea resultado de un proceso claro y transparente, como ha ocurrido recientemente para la selección y aprobación del proyecto en plaza de Brujas y el entorno del Mercado Central. Un concurso ejemplar, al que se presentaron equipos de diseñadores y en el que un jurado cualificado seleccionó uno de entre ellos y se está ejecutando de la mejor manera posible, con la dificultad que estos procesos tienen en temas de contratación pública. Lo que era inadmisible es que los alrededores de la Lonja, patrimonio de la Humanidad, y del Mercado Central, no se hubiese hecho nada en mucho, mucho tiempo. València aún tiene mucho margen de mejora en términos de un urbanismo transparente y con perfil ciudadano.

Por otro lado, me alegro al coincidir con la voz del experto en que el éxito cuando actuamos en un espacio urbano lo ha de definir la gente que lo usa y cómo este espacio aporta bienestar a sus ciudadanos. La plaza del Ayuntamiento se ha peatonalizado de manera provisional y, a mi criterio, con un diseño nada acertado; pero podemos asegurar desde mi experiencia y la de mi amigo, que desde su estudio la ve todos los días, que se pone ‘a reventar’ de gente paseando, patinando, con los bancos siempre ocupados... A pesar de ser una solución provisional nada acertada en lo estético, como intervención urbana es un éxito.

Sólo espero que la solución definitiva potencie las sombras, el agua y, consecuentemente, el verde. Con la plaza de Brujas, decir que en los pequeños detalles podemos salvar el conjunto, aunque será difícil embellecer esas pesadas estructuras. Pero me quedo con que este equipo de Gobierno ha puesto en su sitio la necesidad de la transparencia y participación a la hora de que el ciudadano pueda decidir el tipo de ciudad que desea, aun sabiendo que nunca los resultados son al gusto de todos.