El Gobierno de Pedro Sánchez sigue echando mano del optimismo para cerrar las cuentas públicas con una previsión de ingresos, pese a la subida de impuestos que han anunciado en Patrimonio, Sucesiones e Impuesto de Sociedades, que no se la cree nadie.

Primero ha sido el FMI el que ha rebajado en varias décimas la previsión económica del Gobierno. Y ahora un organismo poco sospechoso como es el Banco Central ha señalado que el final de la crisis está todavía lejos. Yendo las cosas bien, tardaremos todavía un par de años para recuperarnos de la pandemia en términos económicos y sociales.

Cuando se habla de unos presupuestos expansivos, con el mayor gasto en políticas sociales de toda la historia de la democracia, debe haber una correlación con la cifra de ingresos que los hagan creíbles.

Pablo Casado dijo durante una entrevista a una cadena de radio que España estaba quebrada y le llovieron las críticas por ello. España no ha quebrado de momento porque el BCE compra toda la deuda pública. De lo contrario ya hubiéramos quebrado hace tiempo. Nos consuela decir que pasaría lo mismo con el resto de los países de la UE, con una deuda pública similar o superior a la española. El BCE compró en 2020 deuda pública de España por un importe de 120.000 millones de euros. El problema de España es el enorme endeudamiento que tiene. Una deuda que obviamente hay que devolver. Para que nos hagamos una idea España gasta más en pagar los intereses de la deuda que en las prestaciones del paro.

Gracias a los estímulos fiscales del BCE incrementados tras la pandemia con 140.000 millones de euros que van a llegar a las arcas públicas, la economía española capea mejor el temporal de lo que lo hizo durante la anterior crisis económica de 2008.