Volvemos a Amartya Sen 27 años después. En esta ocasión por la concesión este viernes del Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2021 al Premio Nobel de Economía de 1998. Decimos que volvemos porque ya en el año 1994, la Universitat de València, de la mano de la Facultad de Economía, le invistió doctor Honoris Causa, siendo el encargado de leer la ‘laudatio’ el catedrático de esta institución académica Emèrit Bono, coautor de este artículo. Fue la primera universidad española en concederle dicho honor. Entonces su nombre no era apenas conocido en España. No está mal que, de vez en cuando, se reivindique la labor de la comunidad universitaria valenciana.

En aquella ocasión, ya se subrayaba que Amartya Sen (Santiniketán, India, 1933) un clásico de la economía política, digno sucesor de Adam Smith, Thomas Malthus, John Stuart Mill y Karl Marx. Y cuando cambiaron los vientos en la Real Academia de las Ciencias de Suecia, y se acabó el dominio de los microeconomistas y de la economía de la empresa, el profesor Sen, que ha impartido su magisterio en numerosas universidades como las de Delhi, Cambridge o Harvard, tenía todos los números para ser distinguido con el Premio Nobel. Y así sucedió en 1998, cuando finalmente se le otorgó tal distinción. Fue entonces, cuando en esta sociedad del espectáculo, el profesor Sen pasó a ser un personaje de culto en el ámbito universitario y en general en el mundo de la cultura.

Pero ¿quién es Amartya Sen y cuáles son sus ideas básicas? El núcleo central de su ideario es el concepto de «libertad positiva». Es decir, la libertad de ser y hacer aquello que es posible en la realidad, la libertad de ser y hacer lo que uno mismo considera oportuno, con las razones suficientes para estimar lo que es oportuno. De este modo, no se puede entender la libertad solo como la respuesta a la interferencia de otros o como la reacción a la injerencia de los demás.

De este primer concepto se deriva otra de sus ideas más relevantes, importante dentro de la economía normativa: las ‘capabilities’, las capacidades y funciones que cualquier bien tiene para el desarrollo humano. De ahí su novedoso concepto de desarrollo económico, concebido como un proceso de mejora de las capacidades más que de las utilidades del ser humano. La ONU acogería este concepto de Amartya Sen para la elaboración de su muy conocido Índice de Desarrollo Humano (el IDH).

Otra de sus líneas básicas de investigación ha sido la comprensión el comportamiento humano, desarrollada en su ‘teoría de la elección social’, que aborda los problemas centrales de una teoría de la democracia. Nos estamos refiriendo al conflicto entre las motivaciones y las elecciones individuales, por una parte, y al óptimo social, por otra. Es decir, entre el comportamiento moralmente adecuado y la agregación de las preferencias de los individuos.

Todo esto lo desplegaría en sus investigaciones sobre el bienestar, las desigualdades y el comportamiento ético de la economía, que con el tiempo se han convertido en las líneas básicas de análisis económico, como evidencian los trabajos de Thomas Piketty o el de los Premio Nobel de 2019, el matrimonio formado por Abhijit Banerjee y Esther Duflo y Michael Kremer.

Los profundos conocimientos de la economía del profesor bengalí están marcados también por su visión filosófica, fruto de múltiples lecturas sobre todo de filosofía analítica (Wittgenstein es una de sus principales influencias), y por sus estudios matemáticos.

Antes de finalizar este texto, un breve recuerdo de su primer paso por València en 1994. Amartya Sen parecía un poco sorprendido por el conocimiento de su obra, por la consideración que recibía y por la distinción del primer ‘honoris causa’ que le otorgaron en España. Se celebró, como es habitual, en el antiguo rectorado de la Nau de la Universitat de València, cuyo rector era entonces Ramon Lapiedra. Luego, en 2001, volvió a la ciudad para participar en el 14º Congreso Internacional Deben (Red Europea de Ética para los Negocios), organizado por la fundación valenciana Étnor. La Universitat Jaume I de Castellón aprovechó entonces la estancia del Nobel para investirle también doctor ‘honoris causa’. Y allí, volvió a reafirmar su ideario: «Sin libertad, no hay progreso».

Tal vez queda apuntar que, si uno se lee las memorias de Amartya Sen, ‘Un hogar en el mundo’, publicadas recientemente por Taurus, cabe pensar con mucha razón que el profesor Amartya Sen tiene aún muchas cosas que decir a sus 87 años, sobre la economía, la filosofía, la sociedad y, en definitiva, la vida.